a polémica sobre la oferta en euskera de las escuelas infantiles dependientes del Ayuntamiento de Pamplona lleva coleando casi tres décadas, sin que tenga visos de acabar. La obsesión de UPN por disputar a la lengua vasca cada centímetro de terreno, le ha llevado a hacer de este tema un casus belli, negándose en redondo a lo más simple y democrático que es adecuar la oferta a la demanda real. Para ello, ha contado y sigue contando con el apoyo de un PSN que, a pesar de juegos florales dialécticos, sigue sin poder disimular la incomodidad que le produce cualquier avance en este campo. Los cuatro años del cuatripartito que presidió Bildu podrían haber servido para zanjar el tema, si la solución adoptada no hubiese dejado expuestos tantos flancos para ser atacada judicialmente. La sentencia del TSJN (por cierto, ¿cuántos jueces euskaldunes hay en la Audiencia Provincial?) ha sido un bonito regalo para Navarra Suma y lo ha aprovechado al máximo. Habrá todavía menos plazas en euskera que en el último mandato de UPN, poco más que el 10%, a pesar de que los datos de una encuesta planteada en términos más que dudosos encargada por el propio Maya hablan de una demanda tres veces superior. Ayer empezó la matriculación y ya veremos lo que da, porque hay padres y madres que no están dispuestos a que el Ayuntamiento les vuelva a escupir a la cara. La situación sería otra si el Gobierno de Navarra, titular de otras cinco escuelas infantiles de la capital, ampliara su oferta en euskera, pero el ejecutivo de María Chivite no parece haberse dado por aludido en este tema. El euskera sigue siendo el gran tema donde el PSN se sigue dando la mano con UPN. Ahí está el portazo que su consejero de Educación, Carlos Gimeno, dio a los padres de Mendigorria, o los planes de su departamento para que el euskera no esté en el próximo colegio público de Lezkairu, y sí el alemán, navarrísimo idioma que no ha pedido nadie.