Euro-escepticismo
El euroescepticismo es un término nacido en Gran Bretaña, fundamentalmente entre políticos conservadores, para definir el rechazo al proyecto de Unión Europea. Hoy en día lo abrazan, en mayor o menor medida, desde partidos de izquierda neocomunistas a formaciones ultraderechistas. Pero, hoy en día, escepticismo, indiferencia, apatía, desinterés, etc son calificativos reales de cómo ve la ciudadanía las elecciones europeas del día 25. Más preocupados por los problemas cotidianos y por superar los embates de la crisis, sin un conocimiento claro del proyecto transnacional europeo y con una desafección galopante hacia la clase política (el último sondeo del CIS le otorgaba una valoración de 1,89 sobe diez siendo la institución que más recelos despierta) los ciudadanos están demostrando que no tienen ni tiempo ni ganas de pensar en Bruselas. Pese a que allí se tomen más decisiones y que más nos afectan aquí. Pero el pasotismo político no es un sentimiento nuevo. En las dos últimas euroelecciones la abstención alcanzó en Navarra el 56,49%, hace cinco años, y el 53,84%, en el año 2004. Esta vez, además, dos de las principales formaciones navarras no se presentan, con lo que las perspectivas de participación no son muy halagüeñas. Solo dos detalles más como muestra de la falta de motivación. Una encuesta publicada la semana pasada reflejaba que únicamente el 17% de la población sabía la fecha exacta de la cita con las urnas. Sintomático es también que la noche de la pegada de carteles, en el cuartel general de PP de la calle Génova se llamó a rebato porque no disponían ni de medio centenar de militantes para aparecer en la foto y ante las cámaras de televisión jaleando a los líderes en el inicio oficial de la campaña electoral. La cita con las urnas se acerca y hay suficientes opciones como para mandar a Bruselas políticos que peleen con dignidad y honestidad por nuestros intereses. Y para que el euroescepticismo no se convierta en eurofobia.