Mal blanco, consuelo negro
el brote de ébola en África Occidental se ha cobrado en siete meses más de 4.000 muertes tras registrarse oficialmente 8.500 contagios. Sirvan ambos impactantes datos para contextualizar el esperpento español, donde el fallo en los protocolos para atender a un médico repatriado y a la postre fallecido ha sumido a la Sanidad madrileña y al ministerio del ramo en una disparatada carrera por sacudirse las responsabilidades de encima, incluida la criminalización de la auxiliar de enfermería que supo de su condición de infectada por Internet y que ahora lucha denodadamente por su existencia de sanitaria voluntaria y eventual. Una actitud infame, mezquina y ruin que añadir a una gestión calamitosa, a efectos sanitarios por abordar una extrema afección vírica como si se tratase prácticamente de una bacteria y desde la vis informativa por abonar la alarma al basarse en las contradicciones y en los balbuceos de la patética Mato. Claro que nada podía esperarse de una regidora pública tan ducha en recortar prestaciones y desmantelar servicios como inepta para distinguir entre un grano y una almorrana. Con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría al frente del comité de seguimiento -una desautorización en toda regla de la ministra inane que contra toda lógica se mantiene asida a la poltrona-, el Gobierno del tardo Rajoy cruza los dedos para que Teresa Romero salga adelante y para que no se repita un contagio que ahondaría aún más en el doble descrédito del Ejecutivo, ante la ciudadanía a la que debiera representar con dignidad y ante la comunidad internacional. Mientras por aquí va para largo el barullo a cuenta del ébola, también porque a sus investigaciones la Fiscalía incorpora una denuncia del Sindicato de Auxiliares de Enfermería por la comisión de un presunto delito contra la seguridad laboral, a los pobladores negros de este planeta les puede quedar al menos el consuelo de que el contagio en el Primer Mundo va a estimular la investigación de las vacunas en ciernes. Las empresas tienen al fin blanca clientela capaz de pagar por salvar su vida.