imagino que pese a la excitación típica del fin de año habrán caído en la cuenta de que Yolanda Barcina vive su última Navidad como presidenta foral, aunque a lo mejor -básicamente para ella- continúa aferrada a la política como parlamentaria de número a la espera de un empleo de mayor pedigrí. El que en concreto ansía conseguir Javier Esparza como nuevo inquilino del Palacio de la Diputación, aunque para presentarse ante los navarros como solución a los problemas ignorados o directamente generados por su propio partido primero deberá acreditar su solvencia apaciguando a sus huestes, con la dificultad añadida de que él no forma parte del comité de listas encargado de visar las candidaturas regionalistas. Desde la certeza de que UPN superará con holgura los ocho pírricos escaños que le otorgó el Navarrómetro, hasta mitades del ejercicio entrante no quedará despejada la incógnita de si en efecto el sorpasso resultará aritméticamente posible sin los votos del PSN. Tal vez hasta al propio socialismo navarro le convenga no ser imprescindible para el cambio y así no tener que exponerse a otra humillación desde el PSOE, comprensivo con su sucursal foral mientras no atisba una operación de mínimo riesgo para sus expectativas nacionales. También la presidencia monclovita se somete en 2015 al veredicto de las urnas, esta vez a finales de año. Aquí nos topamos ante la doble duda consistente en desentrañar, primero, hasta qué punto Podemos consolidará las elevadas perspectivas de la demoscopia, pues en las próximas semanas debe consumar su desnudo programático y elegir candidatos con precisión suiza vestida de una apariencia asamblearia; y, en segunda instancia, si asistiremos al hito de que sea investido presidente español quien haya quedado en segundo lugar en el supuesto ciertamente vidrioso de que el fétido PP se mantenga como lista más votada. Una hipótesis cuya materialización correspondería en principio al PSOE, bien en beneficio propio o bien en el de Podemos si la fuerza de nuevo cuño le adelantase por la izquierda. Incertibumbres de un curso político apasionante.