Comenzó el pleito por el latrocinio del director general de Asfi, un macrojuicio a la navarra en tanto que se prolongará durante 18 sesiones con la personación de ocho acusaciones particulares y el concurso de 122 testigos y seis peritos. Sin perjuicio de la crítica que merece que cualquier imputado permanezca más de dos años en prisión preventiva, en este caso bajo la incriminación de haberse apropiado indebidamente de al menos un millón de euros, resulta obvio que son los estafados los acreedores de la fraternidad del resto, más porque todos pudiéramos haber sido víctimas del fraude. En especial los rectores de las 81 comunidades expoliadas como sufridores en primera persona del engaño y además como sospechosos de haberse dejado burlar o incluso de participar del timo a los ojos de esos convecinos siempre malpensados y maledicentes, afortunadamente una exigua minoría. Sirvan estas modestas líneas como expresión de solidaridad para con todos ellos y para reivindicar el rol de mandamás vecinal. Un desempeño que todos debiéramos asumir alguna vez por un elemental sentido de la corresponsabilidad en la gestión del inmueble en el que moramos y también como una experiencia individual enriquecedora pese a todos los problemas que llamen a nuestra puerta, literalmente y a cualquier hora. Porque la presidencia de comunidad es un master multidisciplinar de economía, con el manejo de un balance como reto principal, y de variadas técnicas siquiera básicas en fontanería, electricidad, iluminación, cerrajería, pintura o mantenimiento de calderas, entre otras pericias. Una pléyade de útiles saberes a los que agregar la administración de una colectividad al modo de un atlas de geografía humana. Básicamente, porque nada y casi nadie es lo que parece al decidir sobre dineros comunes, y de ahí que a quien le toca plantear desembolsos por la vía del convencimiento deba desarrollar unas destrezas dialécticas y empáticas impagables para el regreso a la cotidianeidad laboral y personal, ya como vecino raso de portal. No esperen más y pongan una presidencia de comunidad en sus vidas.