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Chuletón congelado

sabido tenía que orear una buena pieza de carne era garantía de calidad y buen sabor a la hora de su llegada a la mesa. Pero, ¡la órdiga!, algunos gabachos de la Lorena francesa, a las afueras de la norteña localidad de Saint Mihiel, se han pasado. Han creado una delicatessen propia de emires cataríes que tras haber pasado varias semanas de maceración y 15 años hibernando a 43 grados bajo cero bajo un chorro de aire a 120 kilómetros por hora sacan luego al mercado bajo apelativo de chuletón más caro del mundo a razón de 3.000 euros la pieza. La delicia gastronómica responde la denominación “millésime 2000 de la raza de vacuno blonde aquitaine”. Yo ya tenía asumido que el placer meterse entre pecho y espalda un buen chuletón de auténtico buey -en buena compañía y con un reserva que no desmerezca- tenía los días contados, tanto por la escasez de estos bóvidos como porque su desorbitada cotización y mi menguante bolsillo no acababan de congeniar. Pero esto ya pasa de ser un capricho a abusivo e intolerable. Vamos, sólo apto para potentados con aspiraciones a figurar en la lista Forbes o servidores públicos con tarjetas black, que aún quedan. Si hasta ahora el objetivo casi inalcanzable de muchos triperos era el mítico buey de Kobe o el no menos exquisito black angus, ahora acaba de nacer otro tótem culinario fruto de seis generaciones de investigación genética y del cruce entre las vacas de las razas garonnaise, blonde du Quercy y blonde des Pyrénées pasan sus 36 meses de feliz existencia siempre al aire libre porque si aumenta su temperatura corporal varía la acidez. Eso sí, más vale que los galos han espaciado su presentación en sociedad del alarmista anuncio de la OMS que vinculaba la carne roja y el cáncer, porque si no se les venía abajo el negocio. El secreto de estos diamantes rojos, dicen, está en la hibernación, que al contrario que la congelación, permite mantener el gusto, la ternura y el jugo de la carne. Será una exageración, pero qué pena. Otro bocatto di cardinale fuera del alcance de mi congelado sueldo.