Cine ruso en el país del Bidasoa
Estamos en los tiempos del ego. El ego en la política. El ego en el deporte. El ego en la cultura. El ego en el periodismo... Líderes por encima de partidos. Estrellas en vez de equipos. Instagram en lugar de libros. Firmas por encima de marcas editoriales... Las redes sociales tienen mucho que ver. Internet es el reino bipolar del anonimato y del egocentrismo. Del tirar la piedra y esconder la mano, por un lado; y del culto al nombre propio con el éxito medido en número de seguidores, por otro. El cine no se libra de esto. Por eso son interesantes festivales como Punto de Vista donde no hay alfombras rojas ni crónica rosa, pero sí creadores de un ámbito discreto como el documental que intentan reflexionar sobre la vida real. La que nos afecta cada día. No son anónimos, pero sólo los iniciados conocen la trascendencia de nombres como Pollet, Vigo, Keywan Karimi... Punto de Vista ha cumplido diez años en plena forma. El festival se ha hecho mayor fiel a su genética que le vio nacer. Ha cobrado vida propia al margen incluso de sus directores, que siempre son importantes en este tipo de eventos. Y con la perspectiva de una década hay que hablar también de algunos de ellos. Porque tan malo es el exceso de protagonismo como lo contrario. Es el caso del “padre” de esta criatura cinematográfica. Sin desmerecer a sus sucesores, sería justo que el aniversario reservara algún título de crédito para Carlos Mugiro. Igual lo han pensado, pero su doble perfil de periodista y cineasta nos legitima a que al menos aquí, en su antigua casa, se le guarde un rincón de letras. Hace un par de años también ganó un Goya, aunque su foto no fue portada. Lo hizo junto a Sergio Oksman con A Story for the Modlins. Ahora su O futebol está arrasando en su liga audiovisual. La prensa especializada le sigue, aunque le guste esconderse. Mugiro -gran contador de historias y referencia en cine soviético- podría ser el protagonista de una película. “Comedia. La historia de un baztanés que investigaba el cine ruso en Cuba...”, hubiera escrito Conchi Ferrer. Si pilla José Luis Cuerda este guión Amanece que no es poco se queda en nada.