La campaña más larga
Si aún quedaba alguna -ínfima- posibilidad de que el mapa político surgido de las elecciones del 20 de diciembre desembocara en un nuevo Gobierno con unas mínimas dosis de estabilidad, los, hasta ahora, últimos escándalos de corrupción que han protagonizado el PP en Granada y el Ministerio de Industria, y que han sido cerrados en falso por Rajoy con la dimisión de Soria, han cercenado cualquier atisbo de acuerdo. Lo cierto es que los estados mayores de los partidos se afanan desde hace semanas en preparar la campaña electoral más larga de la democracia, que dura desde 2015, y -sobre todo- en no quedar como los malos de la película: como los responsables de la cita con las urnas el 26 de junio. Su majestad Borbón puede ahorrarse el paripé de la ronda de consultas de la semana que viene, que los partidos están de nuevo a la greña y no para pactos salvapatrias. En el PP están hurtando el debate de la sucesión de Rajoy, inconveniente y desaconsejable en plena precampaña, y lo fían todo a las interesadas encuestas que le dan similar cifra de escaños a los del 20-D y al trasvase de votos de Ciudadanos en una demasiado optimista recurrencia a la teoría del voto útil. Su estrategia estos días es clara: arremeter contra C’s por haberse convertido en el tonto útil de los socialistas y desacreditar a Sánchez, con quien ya han descartado cualquier acuerdo de última hora. La formación naranja de Rivera espera ver recompensados en las urnas sus esfuerzos por sentarse a negociar a diestra y siniestra en aras de la gobernabilidad, pero marca distancias con el marianismo. El PSOE de Sánchez (o de quien esté en su lugar como cabeza electoral, que esa es otra) intentará rentabilizar la mediática puesta en escena de su pacto transversal con final anunciado con la sana esperanza de que el bienintencionismo cotice al alza y temeroso de la fuga de votos hacia izquierda y derecha. Y desde Podemos desprecian los sondeos que les adjudican el principal batacazo e insisten, tal vez con la complicidad de IU, con el sorpasso a los socialistas. Total, que estamos como antes, en campaña. ¡Qué pereza!