La recuerdo en sus manos, pequeña ligera y eficaz, siguiendo a su ojo allí donde ella quería retratar la realidad más allá de lo que vemos, como la gran maestra que fue de “captar la celebración de la vida”. Era el verano de 1997 e Inge Morath, una de las grandes fotógrafas documentales de la segunda mitad de siglo XX, amiga y colega profesional de fotógrafos como Ernst Haas, Robert Capa y Henri Cartier-Bresson, volvía a Pamplona para recorrer las mismas calles que había retratado en los Sanfermines de 1954, cuando visitó la ciudad de la mano de la Agencia Magnum. Ya en los 90 vino con su marido, el dramaturgo Arthur Miller y el Premio Nobel Dereck Walcott invitados por el Ayuntamiento de Pamplona en la que es, sin duda, una de las visitas más ilustres que ha tenido la ciudad y sus fiestas. De aquel viaje primero se conserva una valiosa colección de fotografías, varias veces expuesta, que nos recuerda lo que fuimos y nos devuelve el valor de la imagen única, en un momento en el que todo pasa por la inmediatez y la difusión masiva. Aquella pequeña cámara que le acompañaba era la Leica, fácil de manejar y sencilla de transportar, con un diseño atractivo y una lente de gran calidad, toda una revolución de la que se cumplen ahora cien años y que posibilitó imágenes hasta ese momento impensables. El valor que ha tenido la fotografía en otras épocas, gracias a inventos como la Leica, es difícil de transmitir hoy en día, cuando para bien o para mal todo el mundo es fotógrafo porque viajamos con la cámara en el bolsillo, como un elemento más de esos teléfonos inteligentes, curioso adjetivo para definir un aparato que nos atonta. Pero hacer fotos no es ser fotógrafo. Igual que escribir no nos convierte en escritores, ni bailar en bailarines. La fotografía, como ninguna otra de las artes ha tenido que adaptarse rápidamente a los nuevos avances. El tiempo fotográfico ha cambiado y la mirada del fotógrafo también, pero la esencia misma de una foto, ese captar un momento único para retenerlo, sigue, sea cual sea el soporte. Ahora, las fotos en papel son como los periódicos en papel, elementos de referencia frente a la avalancha de información y de imágenes en las redes. Cada vez más no retratamos lo que vemos, sino que vemos la vida tal como la retratamos. Hablamos en imágenes y nos comunicamos a través de ellas, pero la fotografía sigue siendo otro lenguaje.
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