Sería una buena noticia que los Juegos Olímpicos sirvieran para algo más que para llenar las arcas de ese balneario de dirigentes vulnerables y ágora de decisiones interesadas y subvencionadas en el que se ha convertido el Comité Olímpico Internacional (COI). Que esa cita cuatrienal relegara a un segundo plano los intereses económicos y recuperara algo del espíritu fraternal y humanista de sus orígenes. Que la vieja tregua olímpica no fuera solo un mes pintado de verde esperanza en un calendario. Por eso despierta expectación el tímido acercamiento que el gobierno de Corea del Norte ha desplegado con sus vecinos del sur, que en febrero acogen los Juegos Olímpicos de Invierno. Resulta difícil creer que son argumentos deportivos los que subyacen en la decisión del dictador Kim Jong-un; el régimen no envió a sus deportistas a la cita de Sochi (2014) y en ocho participaciones en los juegos invernales solo ha conseguido dos medallas. Para esta ocasión habían logrado clasificar a una pareja de patinadores, pero no han sido inscritos. Así que algo busca el amenazante dictador agitando el mapa de la geopolítica internacional y moviendo una pieza con la que posiblemente no contaba Donald Trump, presidente del país que Kim Jong-un dijo tener al alcance de sus armas nucleares con solo apretar el botón que tiene en su escritorio, según sus propias palabras.

La tradición griega de la tregua olímpica fue recuperada en los Juegos de Barcelona de 1992 que acabó con dos olimpiadas en las que imperó el boicot impuesto por los bloques que aún sostenían la guerra fría. La Asamblea General de Naciones unidas aprobó en noviembre una resolución en la que invoca esa paz olímpica para los Juegos de Invierno de 2018 y enfatiza sobre el papel del deporte para el desarrollo y la construcción de un mundo pacífico, además de la promoción de los derechos humanos. Dudo de que Kim Jong-un haya leído esa letra pequeña, que de forma súbita haya abandonado la modalidad de lanzamiento de misil para pasarse al curling, esa versión del juego de la petaca sobre hielo. El COI ya ha anunciado que invitará a la pareja de patinadores norcoreanos. Porque la paz es la paz, pero el negocio es el negocio.