Se van yendo los buenos. Los nombres que marcaron una época. Nos vamos haciendo viejos... Perdemos referencias. Hace una semana falleció Mario Gaviria. Su discípulo Ion Martínez hablaba en estas páginas de su maestro en Sociología. A mí, Mario me enseñó Periodismo. Y no por su facilidad para dar gruesos titulares como aquello de que la OTAN quería la autovía de Leitzaran para garantizar la circulación de tanques... No. Gaviria, en su estilo, hizo Periodismo sociológico. Mario era un auténtico enviado especial a la realidad. Tenía tres cualidades claves para un periodista. La primera, olfato para hacerse cargo en poco tiempo y en pocos metros de lo que se estaba cociendo en un lugar o en un momento. Lo mismo Cuba que la Ribera o el Casco Viejo. Daba igual el urbanismo que la renta básica o el medio ambiente. Y además era capaz de teorizar desde el trabajo de campo y resumir en una tesis o titular lo que estaba pasando. La segunda cualidad era su capacidad para sumergirse en el paisaje humano: hablar y escuchar. Las entrevistas eran un material básico de sus decenas de libros. Y finalmente, tenía el don de aderezarlo todo con cifras y porcentajes -que nadie sabía muy bien de dónde se sacaba- pero redondeaban los temas que sonaban a rompedores y pioneros. Porque Mario fue un adelantado a su tiempo y a su tierra. Tierra de la que nunca renegó y en la que supo ver lo que otros más (a)pegados a ella no sabían valorar. Esa perspectiva se la dio el haber vivido y trabajado en varios países. Lo mismo que una manera de entender la docencia e investigación nada académica (daba clases en su ático de San Francisco y retó al tribunal de su plaza en la UPNA con sus publicaciones atadas con una cuerda de empacar...) , pero genuinamente universitaria. Alguna vez lo llamaron el “aldeano universal”. No sé. Lo cierto es que si su mirada no tenía fronteras era porque contagiaba optimismo. Los socialistas cogieron prestado un libro suyo como lema de campaña: España en positivo. ¡Qué lejos queda eso del actual nacionalismo español casposo del “a por ellos”! Qué pereza. Brinda en la bodegita de ahí arriba por todos y todas, Mario. Te echaremos de menos.