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Nada es imposible

ya ha pasado medio siglo del Mayo del 68 francés, la revolución que no fue tal y que no sabemos denominar de otra manera que por su fecha. André Glucksmann, filósofo galo que defendió varios credos ideológicos a lo largo de su vida llegó a definirla como “la revolución que hizo todas las preguntas y no halló ninguna de las respuestas”. La rebelión contra un poder encorsetado y retrógrado trascendió a la Francia de De Gaulle y prendió en numerosos países pese a la rigidez de las autoridades, insensibles a cualquier atisbo de cambio. Los cimientos políticos, sociales culturales se tambalearon tanto en las democracias occidentales como en los regímenes comunistas en un mundo sumido en plena Guerra Fría. Millones de estudiantes, obreros, mujeres, todos desencantados con la clase dirigente, salieron a la calle y se parapetaron tras los adoquines de sus reivindicaciones. Aunque la imaginación no llegó al poder, como se exigía. Pese a todo, en esas movilizaciones germinaron muchos de los avances sociales que cinco décadas después vemos como naturales. Es lo que tenía el realismo reivindicativo de pedir lo imposible. Aquí la represión franquista impidió cualquier conato de rebeldía organizada y eficaz. Mayo del 68 supuso una llamarada que cambió medio siglo y de la que aún quedan rescoldos. Cinco décadas después, la protesta continúa. Aunque las circunstancias no son las mismas y las conquistas sociales y políticas -aun con lagunas- que se han producido son rotundas y evidentes, miles de personas se ven obligadas a salir a la calle para protestar. Tras una década de crisis que ha cercenado derechos sociales, políticos y laborales, claman con serenidad y rotundidad que nuestros mayores necesitan pensiones justas para vivir con dignidad; claman contra la corrupción de los políticos, sus indignos tejemanejes y por una regeneración democrática; claman que los condenables sucesos de Alsasua no son terrorismo; claman para que la justicia se quite la venda machista y sentencie como violación los desmanes de una manada de delincuentes... Como hace cincuenta años ¿es pedir algo imposible?