Cribado del mal mando policial
dado que los servidores públicos se deben al interés general, el mérito y la capacidad deberían anteponerse a cualesquiera otras consideraciones a la hora de escoger a los puestos de libre designación, en particular a los funcionarios que ocupan jefaturas y desde la premisa de la lealtad a la superioridad gubernativa. También en el propio beneficio de los cargos de índole institucional, pues no hay nada más pernicioso para el futuro de un profesional de la política que rodearse de ineptos dedicados a dar palmas y que se creen impunes por sostener firmemente entre los dientes el carné de partido. Esta pauta general resulta compatible obviamente con que, a partir de una pericia demostrada para el ejercicio del desempeño concreto, se elija de entre las candidaturas posibles a quien más afinidad ideológica aparente. Con el matiz de que esa sintonía no puede suplantar a la profesionalidad debida, en mayor medida cuanto más sensible sea la responsabilidad que se ostente. Por consiguiente, tal exigencia debe extremarse por ejemplo en el caso de los encargados policiales, por el poder sobre sus organizaciones sólidamente jerarquizadas en usufructo de la fuerza legítima -y por tanto necesariamente proporcional, más allá de la tutela judicial-, así como sobre la ciudadanía en su globalidad, por cuyos derechos deben velar sin que medien extralimitaciones y gestionando información individual delicada. Se hace imprescindible en consecuencia un cribado fino para que prevalezca la aplicación garantista de la ley sobre intereses personales y prejuicios ideológicos, para que la sensatez se imponga al fijar operativos policiales tanto como la prudencia en su desarrollo, a lo que añadir una observancia estricta del respeto en las relaciones institucionales y entre Cuerpos distintos. Quienes no cumplen con esos requisitos nunca tuvieron que alcanzar niveles de mando. Y, si lo hicieron, será porque falla el sistema y en el escalafón se filtran elementos que una democracia digna de tal nombre en absoluto merece. Ejemplos van sobrando para que se le ponga algún remedio con urgencia.