En Navarra funcionan alrededor de ochenta residencias de ancianos. Las plazas en centros concertados no son suficientes para atender una elevada demanda que encuentra como principales contratiempos la espera (más larga si la pretensión es elegir y no esperar destino) y un alejamiento kilométrico del domicilio familiar, sobre todo para los vecinos de Pamplona y su comarca. He conocido de cerca dos de estos establecimientos, de características y ubicación completamente diferentes. En el margen de tiempo que conceden las visitas, he visto el cariño con el que tratan a los ancianos, la cercanía, el interés, la preocupación por darles mejor atención, tanto en el personal como en la dirección. Pero también he observado a residentes aparcados en una silla o un sofá y en los trabajadores, los gestos que delatan el estrés, el tener que llegar a todo. Que los empleados no dan abasto me pareció evidente en los dos lugares. Tienen que asear a los internos, ayudarles a desplazarse, administrarles la medicación, atender cocina y comidas, limpiar la dependencias? No es que una sola persona deba aplicarse a todas estas tareas en su jornada laboral, pero salta a la vista que para tanto trabajo no hay una plantilla proporcional, que se multiplican las funciones, y estamos hablando de que hay residentes que requieren atención casi las 24 horas del día. La pasada semana LAB Nafarroa ponía esta cuestión sobre la mesa. Según sus estimaciones, en la actualidad el tiempo que cada cuidador dedica a un paciente es de 88 minutos y considera que lo recomendable tanto para el interno como para el trabajador serían 120 minutos. Si adaptamos ese ratio a una de las residencias que he conocido, necesitaría tener contratados y trabajando diariamente a 13 personas que ya solo con las dos horas de atención individual completarían casi la jornada y no llegaban a ese número ni de lejos. El sindicato se extendía también en otras consideraciones como el “insostenible modelo actual”, advertía del volumen de “carga de trabajo” y denunciaba “la explotación” en un sector compuesto en su mayoría por mujeres, muchas de ellas inmigrantes. Estamos hablando de un servicio, pero también de un consolidado negocio en el que no va a faltar demanda en los próximos años con una población que envejece y cantidad de personas que se quedan solas. Son solo unos apuntes, pero el problema está ahí y hay que darle cara.