Anda de ronda propagandística Pablo Casado, presidente accidental del PP merced a un acuerdo entre perdedores, licenciado exprés y doctor en mediocridad. Su desparpajo resulta proverbial, igual que su petulancia. Sin un ápice de vergüenza imputa al PSOE haberse instalado en la mentira, de nota tratándose del actual mandamás del partido de las trolas del 11-M, el Yak-42 o Irak, y además acusa a Sánchez de filoterrorista por el diálogo político con la izquierda abertzale institucionalizada, como si Aznar no hubiera negociado con ETA bajo el apelativo de "Movimiento Vasco de Liberación". Con la misma desfachatez, Casado no solo se dice adalid de la igualdad entre españoles, aunque en realidad lo sea de la uniformización del Estado pese a los pactos reiterados de la derecha patria con el nacionalismo periférico, sino que propugna la integridad territorial cuando el PP hizo implosionar el conflicto catalán con el recurso al Estatut refrendado en las urnas. A mayor descaro, el gerifalte conservador se presenta como el abanderado de la separación de poderes, habiéndose jactado correligionarios suyos del férreo control de los estratos superiores de los altos tribunales, a lo que agregar el montaje de una división policial para investigar a los adversarios y construir pruebas falsas en su contra. Y en el colmo del cinismo se proclama defensor de la clase media, víctima principal de la precarización del empleo causada por la reforma laboral del PP y de las amnistías fiscales a los grandes patrimonios en nombre del liberalismo, glosando para más inri el label de gestión de una sigla financiada mediante mordidas por adjudicaciones públicas. Casado constituye en consecuencia un ejemplo de nada pero se erige en paradigma de lo peor en un líder, a saber: ser fuerte con el débil, fulminando a Alonso, y débil con el fuerte, genuflexo ante Feijóo. Sin más estrategia que reunificar desde la crispación a toda la derecha incluyendo la extrema, cruzando eso sí los dedos para que Sánchez se estrelle solo o despeñado por sus socios, siempre convenientemente azuzado por la caverna mediática.