avarra Suma se urdió como un refugio para UPN, porque de no recuperar el Gobierno siempre podría esgrimir una mejora de posiciones a nivel municipal, y ha mutado en un auténtico salvavidas primero para el PP y luego para Ciudadanos. En el caso de los populares, nadie daba un euro en 2019 por su continuidad en el Parlamento navarro dado que ninguna encuesta le situaba por encima del 3% de voto, así que Javier Esparza le vino literalmente a ver al PP hasta ofrecerle dos puestos de salida. Más probable parecía la representación legislativa de la sucursal naranja tras faltarle 200 votos escasos en 2015, pero también a Ciudadanos se le apareció Esparza para ahorrarle sudores en la noche electoral y asegurarle tres escaños nada menos. Dos años han transcurrido de aquella operación de cobertura política compartida y ni el PP ni Ciudadanos accederían hoy al Parlamento foral, ambas siglas ya sin el impulso de las marcas nacionales por el extravío de la Moncloa y la abisal fractura interna, respectivamente, además de huérfanas de implantación territorial. Y no parece que esa devaluación sostenida vaya a enmendarse en el próximo bienio, el PP a la espera del advenimiento de Feijóo para levantar el vuelo cual gaviota cuando Bárcenas haya acabado su repertorio de cantatas mientras la sangría de Ciudadanos predice la demolición. La pregunta del millón radica entonces en por qué regalarles representación cuando su compañía impide a UPN sondear las eventuales alianzas a la izquierda que antaño le condujeron a la Diputación, más ante la fragmentación del Congreso donde cada voto vale un potosí. El manual de la política básica enseña el camino en solitario a UPN, la apelación al sufragio útil tras incorporar en su caso a algunos elementos válidos de sus hoy socios para capitalizar ese espacio sociológico sobre los pilares de la defensa a ultranza del autogobierno y de la centralidad en el tablero institucional como regionalismo pragmático, con el PP y Vox a su derecha y sin dependencia de las direcciones madrileñas con sus intereses particulares y sus mañas mafiosas. A Esparza no le valdrá en 2023 con esgrimir el poder municipal conquistado o conservado si, aun como lista más votada, la presidencia se le vuelve a escapar después de las dos seguidas de Barkos y Chivite. Se le está pasando el arroz y la paella de Navarra Suma resulta ya intragable hasta para acérrimos votantes de UPN. Con esos ingredientes, y a falta de una mayor capacidad de propuesta y comunicación, el navarrismo histórico continuará sentado a la mesa de la oposición. Ya sin Esparza entre los comensales.

A Esparza se le pasa el arroz y con los ingredientes de Navarra Suma el regionalismo seguirá sentado a la mesa de la oposición, ya sin el hoy líder de UPN entre los comensales