stos oídos escucharon en vivo y en directo al expresidente Sanz calificar a la Policía Foral de "bandera del autogobierno" nada menos, además de enfatizar su vocación de Cuerpo integral. Claro que aquello sucedió cuando UPN se conducía con fidelidad a su esencia regionalista, hasta ultimar con el exministro José Antonio Alonso el traspaso de la competencia de Tráfico que tres lustros después todavía no se ha materializado pese a estar firmada, ya por interlocutores socialistas tanto en el Estado como en Navarra. Con la diferencia de que con UPN en la oposición y diluida la sigla en Navarra Suma, esta coalición ha llegado a propalar que la transferencia conlleva la expulsión de la Guardia Civil de Navarra por la servidumbre del PSN a EH Bildu para preservar la presidencia de Chivite. Si resultará garrafal la mentira, que el consejero Remírez ha anunciado la consignación en los Presupuestos de Navarra para 2022 de un complemento con el fin de que los guardias de Tráfico que accedan a la Policía Foral mantengan los sueldos que perciben en la Benemérita, en el marco de la pasarela contemplada en la devolución del título usurpado por el franquismo en 1962. Es decir, los guardias civiles que así lo deseen continuarán en Navarra y en agravio comparativo para sus compañeros de la Policía Foral al consagrarse una doble escala salarial por el mismo trabajo. Volcada la derecha en la defensa electoralista de la Benemérita con argumentos mendaces, la mayoría de los policías forales se sienten huérfanos políticamente y por partida doble, en tanto que este Gobierno progresista sí arbitrará dinero para compensar a los guardias civiles pero no para desarrollar el reglamento pendiente de horarios, jornadas y remuneraciones por el incremento de la masa retributiva que comporta. Nuevo incendio por consiguiente en la Policía Foral, algunas de cuyas unidades sufren ya una carga de asuntos asfixiante bajo presión creciente de los juzgados de instrucción, pongamos por caso las de violencia doméstica o delitos informáticos. Cuando la seguridad constituye un servicio público esencial, pues aunque la ciudadanía la sitúe en su orden de prioridades por detrás de la sanidad o la educación sí la pondera en su justa medida al padecer situaciones de vulnerabilidad extrema. Y cuando la Policía Foral dota a Navarra de un valor añadido a efectos de marca, por ejemplo con la magnífica gestión del caso de la Manada aquí y en Pozoblanco. Así que la Policía Foral es bandera del autogobierno, como constató en efecto Miguel Sanz, y en honor a esa condición se trata de revestir de una vez al símbolo de financiación plurianual suficiente, con los imprescindibles ajustes en el Convenio Económico para no disparar el gasto. Policía Foral o floral, integral o decorativa, esta sigue siendo la cuestión.

Si la Policía Foral es bandera

del autogobierno, hay que revestir el símbolo de financiación suficiente como Cuerpo integral, no decorativo