Pocas veces la muerte, con su brutal presencia, ha ocupado tanto espacio y titulares, tanta cifra y estadística, tanta conversación cotidiana y tanto cruce de crítica política descarnada como en estos meses de pandemia. La muerte, siempre íntima, ahora se muestra en público en una de sus caras más duras, aunque todas lo acaban siendo. Muerte plasmada como la parte más difícil de superar de toda esta complicada pandemia que nos está poco a poco acotando la esperanza. Esas despedidas vacías de abrazos y huecas de compañía, esos duelos no vividos que se quedaron sin digerir como un mal trago, esas lágrimas no lloradas, ese tiempo detenido en la incredulidad y la oscuridad de quien necesita luz y ver para creer que alguien tan querido se vaya en soledad. Es en esta semana previa al 1 de noviembre en la que tradicionalmente más miramos y visitamos esos lugares donde reposa la vida que ya se ha sido, espacios llenos de recuerdos y vivencias, de vida pese a tanta ausencia. Vida por encima de todo. Como la que desprende el documental Eso que tu me das, que todavía se puede ver en los cines y que es más que recomendable en estos tiempos, como una ventana desde la que asomarnos valientemente a la enfermedad de la mano de Pau Donés. Hay un momento en la película en el que el entrevistador pregunta a Donés que sintió cuando le confirmaron el diagnóstico de su grave dolencia y el no duda en responder que desde ese momento tomó consciencia de que iba a morir pero a él lo que le interesaba era la vida, y por ella apostó. La vida en su plenitud, y a ella se entregó. Alejando miedos y fantasmas, disfrutando más que nunca de las pequeña cosas que antes no se detenía a mirar. Esas cosas "que tú me das", como canta en una de sus últimas y vitalistas canciones, aquello que nos hace sentirnos bien incluso en los momentos más complicados. Pau Donés se muestra muy enfermo ante la cámara, con el deterioro físico del cáncer en sus días finales en una decisión valiente y hermosa de compartir la vida hasta el extremo, para intentar ralentizar el desenlace que llegó apenas dos semanas después de la entrevista. Toda una lección de vida, dura y certera, que nos muestra lo importante que es poder morir dignamente.