a igualdad es la base sobre la que se asienta la verdadera convivencia, sin igualdad, con desequilibrios, con unos caminando por encima de otras, es imposible para las mujeres avanzar sin caerse, por muchos intentos que se hagan y por muchas veces que se logre poner en pie. Igualdad no es uniformidad, es sentir desde la diferencia que todos y todas tenemos los mismos derechos y las mismas oportunidades en cualquier faceta de la vida. Pero la igualdad no se consigue sola, todavía hoy es un destino al que llegar poniendo mucho de nuestra parte, como ciudadanos y ciudadanas y como sociedad en todas sus vertientes. Debería ser algo transversal, que está pero no se ve, que se aplica al día a día, que se nace con ella o se aprende desde niño o niña como un idioma, pero mientras se consigue hay que seguir frenando las desigualdades para acabar con los estereotipos que tristemente se encuentran en la base de la violencia machista, esa violencia que ayer de nuevo se chocó contra el rechazo de la sociedad en múltiples actos y manifestaciones. Pero un día de lucha no es más que la punta de un iceberg que llega hasta lo más profundo de las mujeres que viven bajo la amenaza de la violencia por el mero hecho de ser mujeres. Leemos y escuchamos estos días relatos muy duros que nos adentran en el horror de las víctimas de cualquier tipo de violencia. Mujeres que en muchos casos denuncian pero que en otros todavía no sienten el respaldo suficiente para hacerlo. Es tanta la confusión, la vergüenza, el miedo, la inseguridad, el dolor de muchas de las víctimas que hay que garantizarles todos los recursos para ayudarles en el proceso, que sientan que nunca caminarán solas, que por muy oscuro que sea el viaje hay luz y esperanza al otro lado. La violencia como la sociedad se va transformando. A medida que se hacen visibles unas formas de maltrato y crece el rechazo social hacia ellas surgen otras más difíciles de detectar. Violencia psicológica, emocional, económica o de control, chantaje y acoso a través de las redes sociales. Estas son las nuevas amenazas para muchas mujeres jóvenes que se ven de pronto en el oscuro círculo del maltrato sin haber sido del todo conscientes de que estaban entrando en él. Quizás por el mero hecho de reenviar una foto comprometida. El reto de la igualdad sigue pendiente y seguirá mientras la mujeres no puedan moverse por la vida o por las redes libres y sin sentir miedo.

A medida que se hacen visibles unas formas de maltrato y crece el rechazo social hacia ellas surgen otras violencias más difíciles de detectar