Gracias a los últimos estudios arqueológicos y antropológicos en los que han participado más de treinta especialistas (varias universidades y centros de investigación) sabemos que el llamado Hombre de Loizu murió hace 11.700 años huyendo probablemente de un enemigo que le disparó por la espalda a gran velocidad. El proyectil fue según los primeros indicios una flecha con punta de madera y dientes de piedra que le perforó el cráneo. "El agujero que presenta en el cráneo es muy grande, no coincide con el tipo de heridas que se conocen de flechas de punta de piedra", aseguran los investigadores. Un ataque violento que pone de manifiesto que en aquella época ya pudo haber enfrentamientos entre cazadores o recolectores (eran homínidos cazadores ya que no existía la agricultura). De hecho podría ser uno de los primeros testimonios del uso del arco como arma en toda Europa ya que coincide con la etapa de la Prehistoria en la que empezó a utilizarse estos proyectiles.

El arco con flechas comenzó siendo un instrumento de caza y se convirtió después en una potente arma de guerra hasta que aparecieron los mosquetes y la pólvora. Los restos del Hombre de Loizu se encuentran en Suiza para realizar el estudio paleogenético y poder obtener el DNI del hombre más antiguo de Navarra. Gracias a esta investigación se llegará a saber mucho más de cómo vivían y luchaban nuestros antepasados. Con cuatro huesos y un boquete en el cráneo saben de hecho mucho más de un ancestros que se alimentaba de carne (la mandíbula estaba intacta), medía 1,60 metros, tenía entre 21 y 23 años, y pesaba unos 50-55 kilos. Pero tampoco nos creamos que eran tan salvajes aquellos primitivos. Al menos diez guerras y conflictos continúan aún activos en 2021 si contabilizamos la guerra de Siria que por cierto este año cumple una década, además de los conflictos en Yemen, Venezuela, República Centroafricana, Sahara Occidental, Oriente Próximo, Mozambique, Etiopía, Camerún y Sahel. Todos armados.

Los arcos y flechas hoy son cohetes supersónicos, lanzagranadas inteligentes, aviones teledirigidos, rádares o drones silenciosos -por no hablar de otras armas de destrucción masiva como las nucleares, biológicas y químicas- en los que el territorio de acción es lo más parecido a un videojuego y los soldados gente experta en software y tecnología 5G . EEUU reconocía recientemente haber matado con drones a un alto jefe de Al Quaeda en Siria, aparatos similares a los que se utilizaron en Kabul, Afganistan. Las amenazas más reales son las que pasan inadvertidas. A las que nadie mira o de las que nadie es consciente. Porque el enemigo está por detrás pero no se le ve. Es un enemigo invisible. Tan sigiloso como las empresas que en Occidente están fabricando muchos de estos componentes y armamentos de última generación.