Es muy fácil ponerse del lado de los valientes y mucho más hablar de ellos. A Unzué, a Juan Carlos, se le podía llamar para cualquier cosa y asumías que ibas a tener un interesante rato de larga charla amistosa, yendo de un tema a otro, conversando con ganas y viajando entre reflexiones sin que le importara el reloj. Los periodistas estábamos encantados de contactar con él, primero con el chaval de Osasuna, luego con el futbolista afamado, después con el entrenador, porque además de atender siempre la llamada, ofrecía en la charla argumentos con contenidos aprovechables, nada que ver con las conversaciones superfluas que abundan entre los gremios vinculados con el balón. Por eso, porque hay cercanía y amigable relación por el trato durante muchos años, la conferencia de prensa de Juan Carlos Unzué anunciando que padece ELA resultó mucho más impactante. La entereza con la que explicó sus síntomas sabidos si se tiene la desgracia de conocer la enfermedad en personas cercanas y la nueva misión que dirige su vida, tocó el ánimo de mucha gente porque para esto no es necesario haber tenido proximidad alguna y solo hace falta el sentimiento de adhesión que arde en la condición humana. Tan acostumbrados estamos por sobrexposición a los destellos de la luz pública y vedettes de medio pelo que quizás hemos perdido capacidad para sopesar la trascendencia y consecuencias de una declaración de este tipo. Un hombre que dice a todo el mundo que está enfermo y que de la enfermedad ha hecho un motivo para la lucha como muchos héroes anónimos merece que se le escuche y respete porque ha saltado a la arena a proclamar que ha firmado un compromiso y que su visibilidad forma parte de ello. Que nos digan que pasan más cosas más allá de alrededor de nuestro ombligo siempre viene bien, porque nos humaniza y debería crear también algún tipo de conciencia. Unzué, buen talante, un tío majo, siempre contaba cosas. El otro día nos dejó sin palabras. Nos lo dijo todo. A los valientes no hay que dejarlos solos. Mañana día mundial de la ELA también es un buena oportunidad para demostrarlo. Y que se vea.