varios miles de personas de adscripción ideológica diversa se manifestaron ayer en Altsasu en protesta contra el acto de hoy en la localidad de la plataforma España Ciudadana, en la que participarán el PP y Vox, además de Ciudadanos. La marcha resultó una masiva expresión de civismo en la que, junto a la reivindicación de la dignidad de todo un pueblo, se rechazó con la vehemencia debida la instrumentalización partidaria de tres siglas en competencia electoral por el sufragio conservador más radical, no tanto en Navarra como en el Estado español. Una certeza incluso para Covite, acusación popular en el caso de la agresión a dos guardias civiles en el marco de una trifulca de bar nocturna hace dos años, que ha censurado un acto que a su juicio incurre en la “utilización política de las víctimas”. Zanjada con éxito la convocatoria popular de ayer, hoy se trata de que asimismo se impongan las reiteradas apelaciones, también de las familias de los siete jóvenes encarcelados por aquellos lamentables hechos, para no sucumbir a la provocación de quienes llegan a la Sakana con un notorio afán de provocar. Una evidencia a la vista de la impronta retadora con la que se han manifestado públicamente con la evidente complicidad y aún estímulo de ciertos medios de comunicación, en particular de la caverna madrileña. No en vano, no han tenido ningún empacho en criminalizar a Altsasu en su conjunto y además con argumentos mendaces, pues lo que se reclama no es impunidad sino proporcionalidad, una demanda refrendada en primera instancia por la Audiencia de Navarra al no apreciar delito de terrorismo y a la postre asumida por la propia Audiencia Nacional, aun con las demenciales condenas decretadas una vez descartado este tipo penal y la prisiones preventivas injustificadas también impuestas. Nada de eso va a cercenar el ánimo de que en la jornada de hoy se produzca algún tipo de tensión que manosear en beneficio de parte con la colaboración de los altavoces que se presten de nuevo a manipular la imagen de Alsasua y por extensión de Navarra, una trampa obvia en la que nadie debería caer para no satisfacer así los objetivos de quienes anteponen la espúrea caza del voto a la convivencia. Incluso usando a la Guardia Civil en contra de su propio interés y situando a la Policía Foral en un escenario de alto voltaje para la preservación del orden público.