la irrupción del ultraderechista Vox en las elecciones autonómicas andaluzas, su capacidad -otorgada de forma insensata por PP y Ciudadanos- para condicionar la gobernabilidad de esa comunidad, su exigencia de aceptación de algunos de sus postulados más retrógrados en cuanto a la violencia machista, así como la posibilidad cierta de que su incursión se extienda incluso a escala de todo el Estado, han desatado la lógica alarma en la sociedad y en el resto de partidos políticos. Más después de que el PP liderado por Casado haya cedido a las pretensiones de la formación radical, rompiendo el consenso en torno a la violencia de género y a la ley de igualdad, a la búsqueda obsesiva del poder a cualquier precio. La actitud de Casado en este aspecto es del todo irresponsable. No solo acepta el chantaje de Vox, sino que radicaliza día a día sus posiciones para acercarse al ideario fascistoide de la derecha más rancia y nostálgica del franquismo. Solo las posturas sobre las políticas de igualdad y la violencia de género -regresar al caduco, equivocado y machista concepto de “violencia doméstica” ya le descalifica para ofrecer soluciones al respecto- sería más que suficiente para que una formación que se considere democrática descartara cualquier acuerdo con Vox. Pero es que además este partido, homologable en ideología a las que amenazan la convivencia, el bienestar y el futuro en toda Europa, mantiene también políticas radicalmente involucionistas en cuestiones de derechos y libertades básicos como la inmigración, la unidad de España -no hay que olvidar que defiende acabar con las autonomías-, la familia, la homosexualidad o el aborto. Curiosamente, partidos que se proclaman constitucionalistas están dispuestos a pactar expresa o tácitamente con siglas que mantienen postulados que chocan frontalmente con la Carta Magna. Así se visualizará en la reunión de hoy entre los secretarios generales del PP y Vox tras el reparto de consejerías y las 90 medidas ultimadas entre los populares y Ciudadanos para desalojar al PSOE del gobierno andaluz. En esta tesitura, se impone la necesidad de un gran acuerdo político y social para hacer frente a esta ultraderecha de tintes liberticidas. Quizá la expresión cordón sanitario como freno a cualquier tipo de acuerdo con Vox no sea del todo acertada, pero hay líneas rojas que no pueden ser traspasadas so pena de convertirse en corresponsable y hasta cómplice del auge del neofascismo en Europa.