el miedo escénico de Pedro Sánchez y su Gobierno ante la brutal campaña de las derechas españolas, las duras críticas recibidas incluso dentro de su propio partido por dirigentes históricos y barones con mucho peso, la estrategia de presión del independentismo catalán -condicionado por el inicio del juicio a sus líderes- y el puro cálculo electoral dieron al traste a primeros de mes con la posibilidad cierta de la apertura de unas negociaciones que pudieran aportar una solución al conflicto en Catalunya. El motivo -o la excusa- de la ruptura de estas negociaciones estuvo en la introducción de la figura del relator, una persona que fuese aceptada por ambas partes con el objetivo de facilitar, ordenar y dirigir el diálogo hacia un acuerdo. Conocida la identidad de la persona elegida que concitaba el consenso para ejercer esta función, Daniel Innerarity -bilbaíno de nacimiento, residente en Navarra-, aumenta la convicción de que muy probablemente se haya perdido una oportunidad sin precedentes para, al menos, establecer un diálogo fructífero entre el Gobierno español y el Govern catalán que rompiera la dinámica de desencuentro y bloqueo. Innerarity, catedrático de Filosofía Política y reconocido como una de las mentes más preclaras y con mayor prestigio a nivel europeo -y que políticamente se autodefine como nacionalista vasco- podía haber jugado, sin duda, un papel clave en las negociaciones. Y en el sentido radicalmente contrario al que las derechas cada vez más extremas de PP, Ciudadanos y Vox se referían respecto a la figura del relator y con el que intentaron agitar la calle y frustraron el proceso. El prestigio internacional y la alta categoría intelectual de Daniel Innerarity, su reconocida capacidad de análisis, su compromiso político, su pleno conocimiento del conflicto catalán, su aptitud y disposición al diálogo y su aceptación por las partes hacen muy difícil la búsqueda de un candidato más idóneo. El hecho de que este relator o mediador surgiera del nacionalismo vasco tampoco sorprende y suponía un plus para su labor. De hecho, se barajó también el nombre del lehendakari, Iñigo Urkullu, que ya había hecho de mediador entre Rajoy y Puigdemont. En definitiva, la marcha atrás de Sánchez frustró el inicio de las negociaciones pero no debe cerrar en ningún caso el camino abierto hasta hace poco más de quince días en busca del diálogo hacia una solución democrática. Con o sin relator.