el nuevo descenso del desempleo en el mes de mayo en todos los sectores de actividad -1.318 personas, un 4,05%-, que sitúa la tasa de paro en un 8,2%, lo que no ocurría desde 2008, siendo la más baja del Estado, y, sobre todo, el aumento del número de afiliados a la Seguridad Social hasta llegar a los 289.127 personas, un nuevo récord histórico de personas trabajando, dan continuidad a una tendencia de mejora socioeconómica en Navarra que se extiende ya de manera ininterrumpida desde 2015, con la llegada del cambio político. Las previsiones de crecimiento económico, creación de empleo y cohesión social publicadas en los últimos meses para los años 2019 y 2020 parecen asegurar esa marcha positiva también en los próximos meses aun si se tiene en cuenta una cierta y siempre amenazadora ralentización de la economía global. La cohesión ciudadana basada en la igualdad de oportunidades y la atención a los sectores en mayor dificultad ha sido el santo y seña, si bien esa apuesta nuclear del actual Gobierno tiene como cimientos el saneamiento de las cuentas públicas, la reducción del déficit, la mejora de las prestaciones públicas tras los recortes y la recuperación económica. En concreto, la economía navarra ha rubricado su mejor cuatrienio desde el 2003-2007, ya que ha crecido entre 2015 y 2018 un promedio del 3,2%, una décima más que la media estatal y además apoyada en el consumo interno y la industria. Una vez pasadas las urnas, los datos estadísticos y la realidad socioeconómica siguen desmintiendo insistentemente y con contundencia el discurso catastrofista y de exabruptos de la oposición a la gestión del Gobierno de Barkos. Y ponen en evidencia la equiparación entre aquella herencia política, económica, laboral -con el Gobierno de Barcina y UPN se superaron los 55.000 desempleados en Navarra- y presupuestaria y este presente mucho más equitativo, positivo y de futuro que heredarán el nuevo Gobierno. Sin embargo, la tendencia necesita afianzarse precisamente porque Navarra no es una excepción ante las amenazas externas que afectan cada vez más a todas las economías y sociedades y porque la mejora en las cifras de desempleo aún presentan claroscuros en el ámbito de la desigualdad laboral, la temporalidad, los salarios y la precariedad pese a que han ido mejorando. La evidente mejora de la situación y el desafío de un desarrollo del mercado de trabajo pendiente de la investigación y la tecnología son dos realidades que no admiten discusión y al mismo tiempo compatibles.