el ministro de Fomento en funciones y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, revalidó ayer el discurso del pasado jueves de Pedro Sánchez que avaló el intento de Chivite y del PSN de buscar una mayoría parlamentaria con Geroa Bai, Podemos e I-E y la posible abstención de EH Bildu. Ábalos dejó claro también que la investidura de Sánchez no pasa por los dos votos de UPN, a cambio de facilitar que gobierne su líder Javier Esparza en Navarra. Esparza irrumpió en el complicado panorama de negociaciones municipales y autonómicas en el Estado ofreciendo a la desesperada la abstención de los dos diputados de Navarra Suma -UPN, PP y Ciudadanos- como intercambio a su investidura en Navarra con el apoyo del PSN, pero la dirección federal del PSOE la ha puesto en la balanza y asume que esa oferta envenenada puede restar otros seis votos, en referencia a los del PNV. Y, sobre todo, entiende que ese paso supone desautorizar la propuesta electoral en Navarra del PSN y dejar sin margen de confianza a Chivite y a la persona de la máxima confianza del propio Sánchez y del número dos de Ábalos, Santos Cerdán, en Madrid. En todo caso, la posición de la dirección federal del PSOE, además de alejar aún más la ya de por sí complicada investidura de Esparza tras los resultados del 26-M -fue mejor la foto de la noche electoral que la realidad política del día siguiente-, puede ser un movimiento que da aire para rebajar la presión sobre los socialistas navarros, pero no deja de ser, al mismo tiempo, una actitud con evidentes posiciones antidemocráticas en Madrid respecto a los más de 50.000 navarros y navarras que optaron con su voto por una opción legal y efectiva en su participación política en las instituciones navarras. Es cierto también que ayer mismo Adolfo Araiz dejaba la puerta abierta a esa abstención política al margen de pactos y negociaciones previas para facilitar la investidura de Chivite y la formación de un Gobierno en Navarra entre PSN y Geroa Bai. Quizá en estos tiempos de confusión política en la que los votos de los ciudadanos -y en especial al parecer los de los navarros y navarras- acaban atrapados en un juego de cambalaches ajenos a sus intereses, mover ficha política puede ser un acierto político a futuro en el tablero de juego. Porque, como recordó Araiz, la investidura de Chivite es un primer paso, pero luego se trata de gobernar con una mayoría plural y estable cuatro años. Y la partida política seguirá abierta durante esos cuatro años por delante.