El anuncio por el primer ministro británico, Boris Johnson, y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, en sendos tuits, de un acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la UE que revisa la declaración política y añade un límite temporal de cuatro años a la salvaguarda o backstop para Irlanda del acuerdo anterior, alcanzado por Theresa May, debe ser considerado con mucha más prudencia que la algarabía mostrada por Johnson y, aunque más matizada, por los representantes europeos. Tanto porque su rubrica queda pendiente de la aprobación en el Parlamento británico mañana y en la Eurocámara la próxima semana como porque no se aprecian en el acuerdo cambios que no se hubieran podido adoptar en las negociaciones con May y que, de hecho, no se facilitaron cuando se barajaron en marzo. La incógnita, por tanto, es doble aunque se resume a una pregunta: ¿Qué votará May? Por un lado, el voto mañana en Westminster de la ahora parlamentaria electa por la circunscripción de Maidenhead (Berkshire) definirá al acuerdo ya que la expremier difícilmente apoyará un convenio muy diferente al que negoció. Y al hacerlo definirá a su sucesor: si el acuerdo alcanzado por Johnson no difiere demasiado de lo propuesto por May, cabrá preguntarse si con su ferrea oposición a aquellas negociaciones el hoy primer ministro no arriesgó el futuro de Gran Bretaña por mero interés de su carrera política, algo que no pasará desapercibido ni en la sociedad británica ni en la Cámara de los Comunes. Por otro lado, el voto de May es decisivo. Tanto como cada uno de los votos que necesita Johnson para sacar adelante su acuerdo. Con el rechazo de los unionistas del DUP (10 votos) según su líder, Arlene Foster, y del grueso del laborismo (262) que dejó caer Corbyn, y la negativa al brexit del SNP escocés (35), de los Lib-Dem (12) y el Sinn Fein (7), el primer ministro necesita de cada conservador (318), incluyendo disidentes en ambas direcciones -los brexiters duros, como Farage, ya se oponen- y los 21 parlamentarios a los que expulsó del partido... además de convencer a una quincena larga de laboristas. En dos días. Tres meses después de que May presentara su dimisión, Johnson está donde estaba ella cuando planteó el acuerdo a los Comunes tres veces y sufrió tres veces el rechazo de la Cámara (por 230 votos en enero y por 149 y 58 en marzo). Entonces, Johnson votó en contra.