Superado el supermartes y con los delegados de 19 estados repartidos, lo que deja en la carrera por la nominación para las presidenciales de noviembre por este orden a Joe Biden, Bernie Sanders y, de momento aunque sin opciones, Elizabeth Warren, el Partido Demócrata parece a punto de repetir los errores que en 2016 pusieron la presidencia de Estados Unidos en manos de Donald Trump. Entonces, las resistencias del establishment demócrata a la configuración de un ticket entre Hillary Clinton y el propio Bernie Sanders dejaron en casa a una parte relevante de los votantes más progresistas, también a un porcentaje altísimo de latinos, y aunque Clinton se acabó imponiendo en el voto popular con más de tres millones más de papeletas que Trump, este basó su elección en las victorias en tres estados que entonces y ahora son claves y en los que las encuestas sitúan con más opciones frente a Trump a Sanders que a Biden: Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Así que a la espera de que, el próximo martes 10, las primarias en el primero de esos tres estados, además de en Idaho, Missouri, Missisippi, Dakota y Washington terminen por decantar a Warren y también decidan en buena proporción las ahora todavía igualadas primarias -Biden suma 566 delegados de los 1.990 necesarios por 501 Sanders-, parece factible incluso que ambos lleguen a la convención de julio en Milwaukee sin mayoría. Y esto dejaría la nominación en manos de los superdelegados elegidos por el partido sin el filtro de las primarias (771 de los 3.980 compromisarios) y la candidatura clara para Biden. No en vano Sanders no es propiamente un candidato del Partido Demócrata sino un independiente y ya sucedió esto mismo en 2016, cuando Hillary sumó 560 superdelegados a los 1.646 obtenidos en las primarias mientras Sanders solo añadió 47 a sus 1.802, lo que dio a la candidata una ventaja suficiente del 12% y le permitió eludir un acuerdo que reflejara la igualdad de los caucus y rechazar el ticket con el veterano senador por Vermont para presentar a Timothy Michael Kaine como su vicepresidente. Esto, sin embargo, hizo luego que muchos de los apoyos de Sanders-quien había obtenido más de 13 millones de votos en las primarias- se quedaran en casa el primer martes de noviembre en los estados clave.