os datos sobre la situación del mercado de trabajo tras el pasado mes de marzo en Navarra son, sin medias tintas, tremendos y reflejan una situación sin precedentes para la economía y el mercado laboral navarro. De hecho, los 3.190 nuevos desempleados suponen el peor marzo de la historia y el tercer peor de la serie total, tras enero de 2009 y enero de 2013 tras la crisis financiera iniciada en 2008, pero en este caso la estadística hacen referencia a un volumen de paro generado en un periodo de poco más de dos semanas. Y con todo, la cifra no hace justicia a la realidad actual al no tener en cuenta a los miles y miles de trabajadores y trabajadoras afectados por ERE o ERTE. Tampoco la cifra media de destrucción de empleo, que habla de 1.859 afiliados menos en marzo. Basta comprobar que entre el 11 y el 31 de marzo se destruyeron en Navarra 8.121 puestos de trabajo, una cifra que muestra un panorama más real de lo ocurrido. Además, en esta primera muestra de las consecuencias sociales, económicas y laborales de la pandemia del coronavirus en Navarra, la destrucción de empleo vuelve a concentrarse en los grupos más frágiles, como las personas con contrato temporal o que trabajan a través de ETT. Por su incidencia sectorial, es más intensa entre los hombres que entre las mujeres y es más intensa también entre jóvenes de 25-34 años y entre los extracomunitarios. Los datos del desempleo en marzo muestran, no sólo en Navarra, sino en comunidades similares en su realidad sociolaboral y económica como la CAV y más aún en el conjunto del Estado, que el escenario es de incertidumbre total y su superación van a depender sobre todo de la duración de la crisis sanitaria. En ese contexto, el reto tanto público como privado es que la destrucción de empleo, ahora aún coyuntural, no se convierta en estructural. En este sentido, las primeras medidas anunciadas por el Gobierno de Navarra van en la buena dirección, pero la magnitud de la recesión que parece avecinarse puede exceder, si se alarga en el tiempo, la capacidad presupuestaria, fiscal y financiera de Navarra. Para ello, es vital que las empresas no vayan a concurso o cierren por falta e liquidez. Es necesario poner todo el dinero necesario en circulación, incluso de acceso directo, al servicio de la dinamización económica, de la salvaguarda del empleo y de la protección de los sectores desfavorecidos. Y siendo realistas, ni Navarra, ni la CAV ni el Estado español pueden afrontar ese inmenso reto de financiación y gasto público sin apoyo europeo.