endremos que sustituir las terrazas por las salidas al monte". Son planes alternativos los que apuntaba una cuadrilla de jóvenes navarros preguntados por el reto de la distancia en tiempos de covid. Todo un ejemplo en positivo de cómo darle la vuelta a esta situación en una de las edades más complejas para vivir en plena pandemia. La celebración de una fiesta en una residencia de Pamplona el pasado fin de semana, con 19 jóvenes hacinados en una habitación de apenas siete metros cuadrados da una idea de que no todos piensan y actúan igual. Las 45 denuncias del pasado viernes, 16 por consumo de alcohol compartido y 14 por estar en domicilios sin ser residentes son otro ejemplo de actitudes irresponsables. Chavales que los fines de semana visitan a sus familiares más cercanos con el riesgo que ello entraña. No habremos sabido dar alternativas de ocio a los más jóvenes pero no es menos cierto que las familias y los propios chavales tienen que saber que vivimos un momento más que delicado y que puede desembocar en un confinamiento domicilio. Su entretenimiento no es una prioridad en este momento. Salvo en los casos más conflictivos. Ocio y formación. De hecho muchos ayuntamientos han hecho un gran esfuerzo por programar actividades en centros juveniles o gaztetxe, trabajo que se ha tenido que suspender o readaptar. En medio de esta situación tan delicada el Ayuntamiento de Pamplona acaba de anunciar que rescinde el contrato con los equipos preventivos de ocho barrios de Pamplona (los más castigados socialmente) que venían trabajando en grupos pequeños (mascarilla, lavado de manos...) con más de mil chavales en actividades de juegos, yincanas, talleres, formación, baile, zumba... y con la colaboración de muchas familias. Ningún positivo en las dos olas de pandemia. La excusa que pone Navarra Suma es que no todos los barrios lo tienen. En lugar de extenderlo los suprime en castigo a la negativa de estos equipos a participar en un proyecto de guarderío de verano -diseñado por el Ayuntamiento para su propio control- que, por cierto, ganaron en los tribunales. Más de 20 profesionales y 750 voluntarios advierten de las consecuencias que la medida tendrá para los sectores más vulnerables, entre ellos chavales con problemas de salud mental, inmigrantes en integración, familias sin recursos, hijos de la violencia de género, adolescentes con adicciones y problemas de comportamiento... Patrullar las calles no basta. Los contagios también se disparan si no sabes intervenir con chavales difíciles.