esde la Organización Mundial de la Salud ven necesario un nuevo confinamiento domiciliario en dos semanas si se mantienen las cifras actuales de pandemia. Es lo que ha planteado el exdirector del sistema de Salud de la OMS. Según el experto, esta vez duraría un mes y permitiría a los niños ir al colegio. No lo dice ningún partido político ni gobierno. Es lo que hay, si bien hay personas que no parecen sentirse aludidas de lo que está pasando. Este mismo fin de semana se ha saldado con más de 60 detenidos y una veintena de heridos en los disturbios en varias ciudades. Las protestas contra las restricciones por la covid-19 han derivado en altercados en Madrid, Logroño, Barcelona, Málaga, Bilbao y Santander. Los "aprendices" de fascistas, teniendo en cuenta la edad de muchos de los participantes, son alentados por grupos de extrema derecha y antisistema porque los extremos se retroalimentan. Vox los apoya, como era de esperar, y diferentes cargos políticos, como el propio presidente de Extremadura, han dejado claro que "delante y detrás" de los disturbios callejeros en ciudades españolas hay un movimiento "perfectamente organizado" de una "minoría radical y extremista bien financiado". Seguramente tenemos el toque de queda que como sociedad nos merecemos. La situación en la que estamos es a la que hemos llegado después de un verano relajado, y los que están en la calle ahora gritando y sin ningún cuidado no son precisamente los que más sufren las consecuencias del virus. A nadie nos agrada la restricción de libertades pero no hay otro manual científico para evitar los contagios que evitar los contactos sociales. No es momento para cuestionar quién decide el qué, porque el problema sanitario es de tal envergadura que exige altura de miras y la responsabilidad de todos y todas. La quema de contenedores y otras prácticas violentas son tan denunciables como lo han sido en todas las causas. Porque los y las que tenemos memoria sabemos que este tipo de violencia no lleva a ninguna parte. Aprovechar el malestar ciudadano para tratar de desestabilizar a los gobiernos no beneficia a nadie. Y utilizar a menores desencantados para armar follón, utilizando las redes sociales, resulta deleznable. La ultraderecha se quiere aprovechar de esta crisis para hacer demagogia en toda Europa. Y ellos sí que quieren imponer su propia dictadura contra los derechos de todas las personas, la justicia y la igualdad.