l pasado miércoles tuvo lugar la Cata del Primer Espárrago de Navarra, una fiesta de exaltación del denominado oro blanco de la huerta navarra y que da inicio a la temporada de verduras de primavera. El espárrago es sin duda uno de los productos de denominación de origen más venerados del cartel gastronómico y también uno de los más castigados por la pandemia teniendo en cuenta que uno de sus destinos principales es la hostelería. Como el queso, la sidra, el vino... La temporada del llamado oro blanco comienza a primeros de abril y se extiende hasta mediados de mayo. La comunidad, principalmente Tierra Estella, recibe por estas fechas a unos 1.300 temporeros que salen de Jodar y de otras localidades de Jaén. Temporeros que viajan con sus familias como lo vienen haciendo muchos de ellos desde hace 20 años, trabajan por la noche, de dos a diez de la mañana, un trabajo duro y que se viene realizando como siempre se ha hecho de forma artesanal para que las esparragueras sigan sacando planta. Una campaña muy dura en la que los trabajadores permanecen muchas horas seguidas agachados pasando frío y calor. Lo sabe bien el jienense Manuel Rivera, de 46 años, 16 en Uterga, que estos días sufre las heladas de la madrugada. Temporada por otro lado más complicada que nunca debido a la pandemia. Todos los trabajadores han tenido que pasar por una PCR, trabajan en cuadrillas (en muchos casos convivientes) y lo hacen con mascarillas y a distancia. La incertidumbre sobre los precios del espárrago mantiene a su vez en vilo, quince días después del inicio de la cosecha, a agricultores y jornaleros, y parte del espárrago está llegando directamente en fresco en cajas a muchas tiendas para compensar otros mercados perdidos y el cierre perimetral. La vida en el campo es sacrificada, lo saben bien quienes como Asier Sarasíbar, a sus 25 años, ha tomado el relevo de su familia en una esparraguera de Uterga, o Javier Bujanda -24 años- en Oco, que ha lanzado su propia marca de conservas. Admite que el futuro de estas explotaciones está en sacar la producción al mercado. Producciones pequeñas y familiares como las de Lodosa que se agrupan en la cooperativa El Campo, que da trabajo estos meses a más de 50 personas, el 95% mujeres, señala Domingo Díaz de Rada, una ayuda económica importante para esas familias. Sectores que necesitan modernizarse y el apoyo decidido de las instituciones para seguir adelante y para que los más jóvenes encuentren en él un atractivo laboral y de vida.