as condiciones excepcionales de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) se prorrogarán hasta el 30 de septiembre tras una negociación, que estuvo a punto de encallar varias veces, entre el Gobierno español y los agentes sociales -sindicatos y asociaciones empresariales-. El acuerdo responde a la evidencia de una necesidad que siempre ha quedado latente en los debates públicos: preservar la sostenibilidad del tejido productivo en un momento de crisis sobrevenida por la pandemia covid-19. Esa sostenibilidad es fundamental en tanto la factura de una destrucción de tejido empresarial, de capacidad de producción, llega ya condicionada por otras pérdidas de músculo sucesivas a consecuencia de circunstancias previas desde la profunda crisis financiera global de 2008. La recuperación económica, tras estos 13 años de severos vaivenes, precisa de esas estructuras productivas capaces de mantener actividad y empleo de calidad. Preservar la integridad de ambos factores es disponer de una palanca de crecimiento. Sin empresas activas, sin trabajadores en equipos de producción activos, aunque sea al ralentí, no se podrán aplicar fondos europeos que permitan afrontar la necesaria reactivación, transformación y reorientación de la economía del Estado, ni de la navarra. Pero el reto es más profundo que la cobertura de los próximos cuatro meses. La estrategia de proteger el empleo y a las empresas con cargo a las cuentas públicas tiene un necesario punto final. Parado el golpe, la estructura económica debe ser capaz de generar actividad, riqueza y empleo para sostener las necesidades del modelo de bienestar. No es una política de subsidios ni es la apuesta sistemática por sectores de baja cualificación y servicio lo que va a permitir alcanzar el necesario equilibrio entre productividad, innovación, formación y eficiencia. Los retos de la economía navarra y del Estado tienen que ver con la capacidad de posicionarse en los mercados desde la diferenciación de producto, la versatilidad en los modelos de servicios de valor añadido, la tecnología en los procesos productivos y el valor añadido de la actividad. Hay un reto de sostenibilidad ambiental de la economía, de sostenibilidad financiera y de sostenibilidad social para los que los factores citados sean aliados en la transformación que preserve el crecimiento de un tejido laboral y empresarial muy castigado.