e esta crisis creíamos que íbamos a salir mejores, más solidarios pero la realidad demuestra lo contrario. De hecho el Banco de Alimentos ha lanzado esta semana un "auxilio solidario" ante la "preocupante" caída de donaciones. La entidad ha recaudado menos de 100.000 euros de los 500.000 necesarios "para mantener activa" su actividad en su última campaña. El año pasado, en pleno confinamiento, superaron el medio millón de euros en donaciones ciudadanas y empresariales. Marisol Villar, responsable de colectas y voluntarias, destacaba que la pérdida de donaciones afecta también a las empresas. Las medidas restrictivas que impuso la pandemia se han flexibilizado, el proceso de vacunación se ha acelerado, las fronteras están abiertas, pero "antes parecía que estábamos más sensibilizados, teníamos más pensamientos para ayudar y empujar entre todos... Ahora un poco más fuera de la crisis parece que es más pequeña y no lo es. Los que realmente tienen más problemas los siguen teniendo". El Banco de Alimentos de Navarra atendió en 2020 a más de 24.000 personas, un 14% más que en 2019. Cifra que se ha disparado todavía más tras la pandemia hasta alcanzar las 25.115 del pasado mayo. Y no hay que olvidar que la entidad no solo trabaja con donaciones en especie -de productores, comercios o fabricantes- sino que necesita comprar otros productos elementales para componer una dieta como son los alimentos infantiles o proteínas. Por cada euro donado de una persona consiguen nueve kilos de comida por valor de 18 euros, y el 88% de esa cantidad va a parar tanto a las familias como a centros de acogida y residencias de ancianos. Sin olvidar que el principal problema de las personas que acuden a parroquias, unidades de barrio y hasta 183 entidades sociales a recibir la ayuda es la vivienda. Dos adultos y un menor con un salario de 1.152 euros al mes de los que tienen que destinar entre 500 y 600 euros a la vivienda, a lo que se suman gastos y comida. La Gran Despensa Online finalizará el 30 de junio. También la semana anterior conocíamos que ha crecido el número de personas jóvenes que viven en la calle en Pamplona, también las que llegan a los albergues en situación de exclusión. Todavía hay tiempo. Tiempo para preparar las vacaciones y juntarnos con los nuestros, y tiempo también para pensar en la población más vulnerable.