n año más, el Debate sobre el estado de Navarra, la cita que analiza en el Parlamento la situación política, social, presupuestaria y económica de Navarra visualizó que la Comunidad Foral ha cambiado sustancialmente en los últimos seis años en todos esos parámetros incluso con la pandemia sanitaria del coronavirus por medio. Es cierto que la presidenta Chivite tenía fácil afrontar este debate con el aval de la gestión de su Gobierno los últimos dos años y medio, con la salvaguarda de una mayoría parlamentaria estable, con los Presupuestos de 2022 camino de ser aprobados y con el poco útil discurso de oposición de Navarra Suma. Chivite abordó la cita con la garantía de una coalición de Gobierno estable y, sobre todo, con un socio principal como Geroa Bai que hace de la eficacia del interés general su principal argumento político. Y con el añadido de que tras la covid-19, los datos sociales, económicos, financieros, laborales y fiscales avalan esa a acción política. Navarra está en la parte alta de la tabla -de nuevo tras el cambio de 2015-, en el liderazgo de la mayor parte de los índices de bienestar social y empleo. Aún así, la presidenta Chivite admitió que esos buenos datos no están exentos de nubarrones. Un estado de ánimo político que hace balanza entre la propaganda y la realidad. Sin olvidar el compromiso de Chivite con la demanda social mayoritaria de construir el futuro de Navarra desde la pluralidad. Y, por primera vez, no sólo como un eslogan político más, sino que asumió el compromiso demandado desde la misma tribuna de debate por Uxue Barkos de que esa pluralidad tenga reflejo real en la normalización del euskera con un apoyo institucional real. Palabras son hechos. Quedan importantes labores y compromisos por desarrollar y nuevos problemas, por ejemplo en el ámbito sanitario, por resolver, pero el balance demuestra que Navarra es un territorio avanzado y activo con capacidad para afrontar los retos del presente y diseñar propuestas de garantía para el futuro. Un debate que vuelve a dejar claro que la estabilidad institucional y la normalidad social están muy por encima del discurso del desastre, la confrontación y el todo mal que volvió a reiterar enfurruñado Esparza. Las diferencias entre el contenido y resultados de ambos discursos políticos -el del Gobierno y sus socios y el de la oposición autoaislada-, son sensibles desde desarrollo económico, igualdad de oportunidades, cohesión social, equilibrio territorial y financiación local.