as de diez años después del cese definitivo de la violencia por parte de ETA, el consenso en materia de memoria respecto a las violencias de motivación política de las últimas décadas sigue constituyendo una asignatura pendiente en este país. El bloqueo político sufrido en la ponencia de Memoria y Convivencia del Parlamento de Vitoria y el boicot de Navarra Suma a la Ponencia de Convivencia en el Parlamento de Navarra no han impedido, sin embargo, los avances en los consensos básicos ni menos aún que siga siendo un objetivo que se muestra cada vez más urgente y necesario. Un fracaso en la construcción social de la memoria impide avanzar en la consolidación de la convivencia tras muchas décadas de terrorismo, violencias, sufrimiento y enfrentamiento. La decisión de Navarra Suma de echar marcha atrás en su espantada del debate en la Ponencia de Convivencia de Navarra y abrir la puerta a sumarse a un acuerdo derivado de un amplio consenso social y político, que ha contado también con la participación y aportaciones de víctimas, es, sin duda, un paso adelante. Al menos, siempre que sea una posición honesta y no tan solo una cortina de humo para intentar ocultar el fracaso de su boicot. Y la iniciativa aprobada el lunes por Gogora de reactivar, mediante una perspectiva y metodología nuevas y distintas, el debate sobre la memoria resulta, en este contexto, especialmente sugerente, tanto por el objetivo final irrenunciable de búsqueda del mayor consenso social como por el procedimiento a emplear y las personas que constituyen el grupo motor encargado de elaborar un documento de bases compartidas para su contraste final. El hecho de que el proyecto se asumiera en el seno de Gogora -sin ningún voto en contra y la abstención de PP, C's y EH Bildu-, supone un gran aval a la iniciativa y una oportunidad para el acuerdo. Tanto los tres historiadores Eider Landaberea, Virginia López de Maturana y Unai Belaustegi, jóvenes y de prestigio, como las víctimas de ETA Josu Elespe y María Jauregi y del GAL Axun Lasa, que forman el grupo motor, son garantía de rigor, autonomía, pluralidad y solvencia y, además, contrastarán su labor con una veintena de expertos en distintas disciplinas y con sensibilidades diferentes. Se abren así nuevos espacios de entendimiento y un tiempo para el consenso en materia de memoria para los que es obligado que todos los partidos estén a la altura para no frustrar esta nueva oportunidad.