Los datos del desempleo en el mes de julio no son buenos, pero tampoco son malos ni desastrosos. El paro subió en 91 personas y la ocupación descendió en 87, dos cifras que acostumbran a ser negativas en este mes en Navarra. El histórico de los últimos años, con la excepción de los meses de julio de 2020 y 2021 al albur de la apertura de las restricciones de la pandemia en verano, ha sido negativo. Al contrario de lo que ocurre en el conjunto del Estado y que este año tampoco se ha cumplido en general –más preocupante como aviso–, con un aumento del empleo del 0,11% que se retrae a cifras de 2008. De hecho, el mercado de trabajo en Navarra el mes de julio está mediatizado por la bajas laborales en el ámbito de la Educación –1.500 profesores este año–, y unos Sanfermines con un efecto gaseosa en la contratación en hostelería, mientras que otros sectores como Salud y servicios sociales, comercio, sector público e industria han mantenido este año al alza la actividad y el empleo. No obstante, una cosa es que los datos del desempleo de julio de este año coincidan los comportamientos históricos en Navarra y otra que no por ello adviertan o anuncien la realidad de un frenazo en la contratación y la creación de empleo tras unos meses de primavera con muy buenos datos. No se puede obviar la vinculación de este parón con la realidad de un escenario internacional inestable –con la guerra en Ucrania y la creciente tensión internacional–, y la persistencia de una inflación al alza cuyos efectos ya comienzan a dejarse sentir también en el empleo. Un contexto de escalada militar y confrontación geopolítica crecientes que ya ha obligado también a adoptar las primeras medidas de contención del gasto en energía y que no apunta, al menos de momento, a posiciones de resolución próximas. Más bien al contrario. El enfrentamiento entre grandes potencias y la pugna geoestratégica por sumar aliados y por el control de los territorios de influencia con recursos naturales, materias primas y energía y las rutas comerciales apunta a unos meses de otoño e invierno inciertos a nivel global. Es cierto que Navarra mantiene una tasa baja de paro del 8,6% y que este tiempo de inestabilidad coincide con la disponibilidad de millones de euros de fondos europeos –pertes, next generation...–, para diseñar un modelo de inversión pública que pueda servir de equilibrio en el ámbito de la creación de empleo a ese cúmulo de incógnitas y dudas que apuntan en el horizonte de setiembre.