Entre la frustración por los bloqueos experimentados a los acuerdos y la propia necesidad de recuperar la iniciativa política en Catalunya, la Ejecutiva de Junts, reunida ayer en Perpiñán, decidió considerarse fuera del bloque de investidura de Pedro Sánchez. El mensaje es claro a la militancia del partido soberanista catalán, que tendrá la última palabra aunque nada hace anticipar una desautorización de sus líderes. Por un lado, es objetivo que los elementos centrales de su acuerdo de investidura no se han podido materializar. Ni la amnistía se ha aplicado en toda su extensión, con el mismo Carles Puigdemont en un exilio voluntario ante la amenaza de procesamiento aún vigente, ni el modelo de financiación singular para Catalunya está en disposición de ser aprobado y aplicarse en el medio plazo. Aunque ese atasco no sea responsabilidad –al menos exclusiva– de Sánchez, es comprensible la percepción de que un golpe sobre la mesa no puede empeorar la agenda de Junts, descabalgado del Govern y amenazado electoralmente desde los extremos del soberanismo. En la ecuación de Puigdemont nunca fue suficiente el temor a un gobierno de la derecha para justificar el sustento del actual sin contrapartida.

En términos prácticos, Junts no hace sino materializar un estado de cosas ya anticipado en el día a día del Congreso, donde cada iniciativa de Sánchez ha tenido que ser negociada hasta el extremo con sus socios y, en no pocas ocasiones, se ha visto frustrada por el desmarque de alguno de ellos –especialmente Junts y Podemos–. En la perspectiva del presidente del Gobierno esto no cambia sustancialmente la inseguridad en la que viene desempeñando la acción de gobierno. Si acaso, evidencia que la mayoría de la que no dispone tendrá que lograrla redoblando los esfuerzos negociadores. La tentación de dejar morir la legislatura no parece en la agenda del PSOE, pero tendrá que llenar de contenido esa agenda. Los Presupuestos del próximo año se convierten en una seria piedra de toque. El Gobierno tendrá que poner sobre la mesa más que la pura amenaza de prórroga para recomponer una mayoría que saque a su gobierno de la esclerosis. No olvidemos que persisten compromisos por cumplir con el resto de socios; fundamentalmente el PNV, en tanto EH Bildu ha abaratado su respaldo hasta la nada.