Tú estás ahí, friendo churros. Tan tranquilo. O pimientos. Puedes freír cualquier cosa, Lutxo. Lo que quiero decir es que todos freímos algo y ya está. Fríe lo que pilles, viejo gnomo. Como si te quieres poner a freír espárragos. Pero a lo que yo iba es al tema de la bebida, ya me entiendes. Tú comes lo que te gusta, pero luego lo que quieres es beber, Lutxo, viejo amigo. Todos queremos beber. Para olvidar, supongo.

A veces me pregunto qué habría sido de la historia de la humanidad sin el vino. ¿Te lo imaginas? Si le preguntas a la inteligencia artificial cuántas botellas de vino nos vamos a beber en navidades, dispondrás de un dato importante para entender mejor el tipo de mundo en que vivimos, Lutxo. Mucha gente sola y mucho vino. Ahora bien, no hay que perder la sonrisa. Esto lo saben muy bien las artistas y los cabareteros. Hay que reír. Eso es lo importante. O por lo menos, sonreír. Y así, sin más, de pronto, me ha venido a la mente la maravillosa sonrisa de Cifuentes. ¿La recuerdas Lutxo? Yo me imagino la sonrisa de Cifuentes al enterarse del fallo del Supremo. Una sonrisa con sus más y sus menos, claro. Que cada cual se la imagine como pueda.

El Tribunal Supremo ha dictaminado que Eroski debe indemnizar a Cifuentes por no impedir que saliera a la luz el vídeo famoso de las cremas. Pero salió: la verdad es desvelamiento, decían los clásicos. Yo me imagino la sonrisa de Cifuentes, digo. Y también la sonrisa del que encontró el vídeo. Y hasta me imaginaría la sonrisa del Tribunal Supremo, si me tomara una copita. Qué bien todo. No obstante, de lo que se trata es de sonreír, al parecer. Ese es otro dato también muy importante, creo: Mucho vino y mucha risa, Lutxo. La risa sostiene el mundo, le digo. O, en su defecto, la sonrisa. Y me suelta: vete a freír puñetas. Siempre dice eso cuando no sabe qué decir. Así que en esas estamos, un día más.