Se me ocurren muchas razones para entender la derrota de Madrid en la carrera por organizar unos juegos. Basta con pensar que las cuatro primeras citas olímpicas de este siglo dos han sido en ciudades europeas: Atenas y Londres. El 50%. Con esa premisa, ha sido una irresponsabilidad presentarse a las dos siguientes convocatorias. Por lógica no se lo iban a dar a Europa. En 2024 seguramente será el turno del viejo continente y ahí están esperando ciudades como París o Roma, que sí supieron ser prudentes y sensatas. Mientras, Madrid verá envejecer su estadio olímpico, construido por los sueños de grandeza de un alcalde que dejó arruinada la ciudad y como premio fue nombrado ministro de Justicia, qué ironía. Más autocrítica y menos orgullo vacío, porque si tras un tercer fracaso no hay consecuencias en forma de reflexión, ceses o dimisiones, volverá a repetirse.