Cuando en la próxima riada caigan al cauce del Arga, en la Rochapea, los restos de la casa quemada de la cuesta de Curtidores, cuyos cimientos ya están debilitados, se unirán a la presa rota de Santa Engracia, a las enormes placas de cemento junto al puente de Oblatas, a los derrumbes de rocas de la margen izquierda, a los árboles caídos y por caer y los restos en piedra y metálicos del puente del Plazaola (derrumbado en la avenida de 1930), aumentando así el triste espectáculo de nuestro río. ¿Hasta cuándo podrá soportar el Arga este abandono, desidia y desprecio?