Hubo un aciago tiempo, allá en el 1515, en el que en el Reino de Navarra, unos navarros, en su oposición al resto de los otros navarros, se hallaron con Castilla. Consecuencia: perdimos los navarros. Los unos y los otros. Nos anexionaron a Castilla y dejamos de ser reino independiente. Hoy únicamente nos queda, casi como un lamento, el dibujo de una corona real sobre nuestro escudo. Pero aquella cagada no nos ha escarmentado y seguimos otra vez los unos contra los otros. ¿Tropezaremos nuevamente en la misma piedra y perderemos la poca personalidad que nos queda? Si la unión hace la fuerza, ¿qué coño estamos pensando? Como navarros pensemos en la Navarra milenaria, en la única.