El confinamiento parece que toca a su fin y poco a poco el COVID-19 deja de ocupar todas y cada una de las noticias o informaciones a las que tenemos acceso, por este motivo y por romper con la monotonía vírica, me lanzo a escribir un artículo que seguramente será polémico por dos motivos principales. El primero, porque el que escribe estas líneas es un "kanpotarra" -foráneo en euskera-. Un castellano que vive y trabaja en Euskal Herria(k) desde hace más de siete años pero que no ha nacido en esta tierra. El segundo motivo es genérico y transversal, ya que hablar sobre ¿Qué es Navarra? o ¿Qué son los navarros y navarras? siempre será un tema conflictivo, independientemente, de quien hable o escriba sobre el mismo.

Si a mí me preguntaran qué es ser navarra lo tendría claro, ser navarra es ser vasca, y no lo es por el hecho de que Navarra sea Euskadi, sino más bien, porque los vascones habitaban la actual Nafarroa al igual que otros territorios circundantes. Si nos trasladamos al terreno histórico, podemos afirmar que el Reino de Pamplona- posteriormente Reino de Navarra- supuso el primer sujeto político unitario que tuvieron los y las vascas, el mismo, fue fruto de la colaboración mutua entre vascones frente a francos y musulmanes, su primer soberano fue Eneko Aritza. Es importante decir en este punto, que es fundamental contextualizar históricamente las estructuras políticas, como por ejemplo un Reino, condicionando las mismas al momento y al lugar determinado en el que se dan, que no por el contrario, mirar y juzgar estas con nuestras gafas de personas del siglo XXI.

Si cogemos en otro orden de cosas el aspecto antropológico-cultural, podemos afirmar que los vascones ocupaban lo que vendría a ser la actual Nafarroa, La Rioja y la parte noroeste de Aragón, por otro lado, las zonas de lo que serían la actual Gipuzkoa, Bizkaia y Araba eran territorios que ocupaban tribus de Várdulos, Caristios, Berones y Autrigones- en una parte de Bizkaia-. Pueblos estos que según algunos estudios científicos estaban vinculados lingüísticamente con el vascón, de todas formas y por ser rigurosas históricamente, es importante enunciar que en esto último no existe ni mucho menos un ápice de consenso. Debido a que también existen voces de estudiosas en la materia, que argumentan que estos pueblos fueron "vasquizados tardíamente" por los vascones. Sea como fuere y desde un punto de vista actual, no albergo duda alguna en considerar como zona de influencia vascona al famoso y tan extendido mapa de lo que sería Euskal Herria(k). Dicho mapa político-cultural englobaría lo que actualmente serían la CAV -incluido el Condado de Trebiñu- y la Comunidad Foral de Navarra. Por último y en lo que respecta a la cultura, podemos afirmar que los pueblos no son nada sin la misma, y que duda cabe, que la cultura vasca moderna comenzó a vertebrarse en Nafarroa de la mano de la lingua navarrorum, es decir, del euskera.

En otro orden de cosas, la historia de este pueblo tiene que tener en cuenta un momento histórico que fue crucial si queremos entender la situación política que vive Euskal Herria(k) en la edad moderna. El momento al que me refiero, fue el trágico error histórico que cometió el nacionalismo vasco de la época la adherirse a las tesis del bizkaino Sabino Arana Goiri, el cual apostó por un proyecto político llamado Euskadi, sin tener en cuenta, que el euskera y los vascones bebían de aguas navarras y no bizkainas, aun así, el teórico bizkaitarra eligió apostar por un camino ideológico que me animo a denominar como "bizkacentrista", si se me permite el término. De aquellos barros vienen estos lodos, ya que seguramente si la perspectiva político-cultural de esa época hubiese sido otra, hoy en día tanto Nafarroa como la CAV se verían tanto por el resto de los mortales, como por todas las vascas- CAV y Nafarroa-, como una misma unidad sociopolítica para construir un futuro colectivo.

Si entramos en el terreno de la simbología, he de decir que la ikurriña no me genera ningún tipo de sentimiento, más allá, del que se ha construido en los últimos años fruto de la represión franquista y de la ""democracia española"". Ahora bien, no podemos negar como diría el amigo A. Luzarraga, que la ikurriña es un símbolo que une a todos los territorios vascos en aras de un proyecto común. Sea como fuere y aún aceptando esta evidencia sociopolítica, he de decir que si algún símbolo han de acogerse los y las vascas desde una perspectiva histórica, el mismo, debería de ser el pendón navarro. Debemos y tenemos que entender que el Reino de Navarra supone un hecho histórico que nos permite desde una lógica moderna, defender la autodeterminación de Nafarroa como una nación con sus estructuras políticas que fue conquistada por otras dos naciones, la castellana y la aragonesa. Eso no quiere decir de ninguna manera, que dicha reivindicación histórica conlleve la aceptación de la monarquía como forma de gobierno para la Nafarroa actual.

Desde Tutera, tierra que habitó el clan vascón Banu Quasi hasta las Encartaciones todo es culturalmente Euskal Heria(k), de eso no hay ninguna duda histórico-cultural, eso sí, debemos y tenemos que ser conscientes de dos reflexiones que son fundamentales si queremos encontrar una solución política al conflicto identitario que vivimos en este país de diversidad. La primera, es que en la actualidad pese a que los vascones surgieron en Nafarroa las personas que más identitariamente vascas se sienten son aquellas que viven en la CAV, independientemente de su sesgo político.

Por el contrario, en Nafarroa todas son navarras pero no vascas, muchas de ellas son navarras y españolas y otras navarras y vascas. Este hecho que es una evidencia sociológica, supone un problema político para aquellas que defendemos la unidad política de los pueblos vascos, de ahí mi segunda y última reflexión. Sí queremos construir un relato común para todas las vascas-navarras tenemos y debemos de asumir que este es un país plurilingüe, como antaño lo fue el Reino de Nafarroa, donde conviven tres lenguas: francés, euskera y castellano. Eso no quiere decir que no debamos de luchar y perseguir el crecimiento y asentamiento del euskera en todos los territorios vascos, pero sí quiere decir, que igual en lugares como la Ribera navarra sería más fácil conquistar el relato de país desde los hechos históricos que desde las perspectivas lingüísticas. Son tiempos de cambios, por lo que los cambios estratégicos y de actuación política pueden ser fundamentales para construir una Euskal Herria(k) independiente y soberana, la que si por mí fuera, debería de ser de raíz libertaria, tronco ecosocial y copa feminista.