El Día Mundial del Medio Ambiente es la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales, y ciudadanía en torno a la crisis ecológica en la que estamos inmersos.

En 2020 el tema es la biodiversidad -motivo de preocupación tanto urgente como existencial-. Eventos recientes, como los incendios forestales sin precedentes en Brasil, California y Australia, los efectos de la crisis climática que se hacen notar cada vez más que dan lugar a desastres mal llamado "naturales" (inundaciones, sequías, picos de temperatura, etcétera) y ahora la pandemia de COVID-19, demuestran la relación inextricable entre los humanos y las redes de la vida en las que vivimos. La naturaleza nos está enviando un mensaje.

Por otra parte, la pandemia y sus consecuencias han reabierto el debate, si es que alguna vez se zanjó, sobre las ciudades y los municipios que queremos. El hecho de ver calles y avenidas sin tráfico y repletas de viandantes ha generado una sensación de cierta euforia en diversos sectores. Los cambios, tan visibles, derivados de la crisis producen la sensación de que avanzamos rápidamente hacia un reparto más equilibrado y justo del espacio urbano.

Del mismo modo, la drástica disminución de la contaminación atmosférica vinculada directamente a la no menos drástica reducción del tráfico motorizado ha puesto de manifiesto que los coches son la principal fuente de emisiones contaminantes en los municipios.

Sin tratar de hacer comparaciones, tras ver cómo su aire había mejorado radicalmente durante el confinamiento, las ciudades chinas vuelven a llenarse de la niebla sucia. Según un informe que ha publicado recientemente la organización independiente Centre for Research on Energy and Clean Air, China ha registrado en los últimos 30 días niveles de contaminación superiores a los que mostraba antes de la pandemia

Es lo que algunos empiezan a llamar la "revancha de la contaminación", una compensación negativa que puede ocurrir si los países intentan recuperar el tiempo perdido sin tener en cuenta el medio ambiente.

China reabrió su economía a finales de marzo y, "todas las miradas están sobre China, ya que es la primera gran economía que ha vuelto al trabajo tras el confinamiento", explican los autores del informe. El citado estudio, que ha medido varias sustancias como el dióxido de nitrógeno, el ozono, el dióxido de azufre y las partículas en suspensión, en más de 1.500 estaciones localizadas por todo el país, y las ha comparado con los niveles del año pasado ajustando las variables meteorológicas, apunta a que la subida de estos contaminantes se debe sobre todo a la actividad industrial, y más concretamente a la quema de carbón.

Pero volviendo a nuestras ciudades y municipios, junto a problemas ya existentes, como la movilidad, la desigualdad o la crisis ambiental, afloran otros como la distancia interpersonal y la higienización de sus espacios. Convertir los espacios públicos en espacios seguros, reducir la masificación del transporte público sin que se multiplique el uso del coche, habilitar el comercio de proximidad para reducir los desplazamientos interurbanos, son algunas cuestiones que tenemos sobre la mesa, y que indican que las ciudades y los municipios postcovid están por hacer. Las urbes cambian, lo hacen hostigadas por la guerra, de donde surgieron otras formas de inventarlas, y deberán de salir nuevas propuestas en situaciones como las de ahora, de las que voy a señalar algunas de ellas.

Conscientes de que el tiempo de las grandes certezas ya acabó, ya se apuntan algunas propuestas, entre las que se pueden citar el fomento del teletrabajo que, sin duda se trata de una medida que reduciría el tráfico en nuestros municipios. No en todos los centros de trabajo se puede teletrabajar, y en algunos otros, como en los de enseñanza, el contacto entre profesores y alumnos en el aula, tal y como he oído a algunos enseñantes, "es lo único que puede dar verdadero sentido a la enseñanza e incluso a la verdadera vida del docente".

Ahora bien, si las empresas permitieran a sus empleados teletrabajar dos días a la semana, relajaría la intensidad de uso del transporte público sin infradimensionar la infraestructura de comunicación, y se podría acompañar por el impulso del uso de la bicicleta. La disminución del tráfico gracias al teletrabajo liberaría espacios en las calzadas donde perder un carril no sería dramático, lo que permitiría zonas importantes para los usuarios de la bicicleta y permitir el tráfico compartido.

Una solución que parece tener siempre más importancia en la ciudad, sobre todo europea, es la del concepto de "la ciudad de 15 minutos" que está desarrollando París, en la cual se busca un cambio radical del modo de vida de la población en relación con el tiempo: su objetivo hace referencia a que la población alcance los lugares de trabajo y de compras a pie o en bicicleta, dentro de 15 minutos, y que genere vecindad.

Otro aspecto importante, es la necesidad de la naturalización de nuestras ciudades y municipios, donde se creen corredores ecológicos que nos conecten a través de paseos que fomenten una movilidad activa y saludable: movilidad a pie o en bicicleta. Activa, porque nos hace mover; y saludable, porque mejoramos la salud, la nuestra y la del planeta.

Necesitamos replantear nuestros hábitos de consumo, comprando menos pero mejor. Debemos promover la reutilización, la reparación y el intercambio, con acceso a talleres de reparación y tiendas de intercambio en cada municipio, y si no se puede, al menos reciclar. Esto reduciría el uso de materias primas y disminuiría la generación de residuos.

También una ciudad post-Covid debería contar con mercados vecinales en diferentes barrios y centros urbanos, en los que se venden productos frescos de proximidad, fomentando un consumo más sano.