El viejo y eterno Madrid, de los poderes y de las familias, reúne a sus huestes de provincias -como aún les llaman allí en la villa y corte- para retrotraer al Estado a más de 40 años atrás. Hoy en la plaza Colón como antes en la plaza de Oriente, allí desde donde el genocida Franco balbuceaba sus últimas amenazas con las babas por la boca, PP, Ciudadanos, UPN, Vox y grupúsculos falangistas, fascistas, neonazis y ultras de todo pelaje se reúnen, banderas al viento para, según el eslogan oficial, defender la unidad de España. En realidad, de ser cierto, sería su peculiar y fanática idea de España. Pero ni siquiera eso es verdad. Como todo lo que predican Casado, Rivera y ahora Abascal es una enorme impostura que acumula falsedades, insultos tóxicos y trata de ocultar lo que hay de verdad: un intento antidemocrático de modificar las reglas del juego para asaltar el poder institucional. Los tres acaban de pasar por Navarra dejando tras de sí un rastro de mentiras, desconocimiento y fanfarronería. Nada más. Han asaltado la misma Constitución vaciándola de contenido, han asaltado la división de poderes ocupando políticamente los altos tribunales e invalidado la imparcialidad de una justicia garantista y democrática, han asaltado los grandes grupos de comunicación y ahora quieren asaltar el Congreso y el Gobierno. La unidad de España y Catalunya son sólo las zanahorias que airean políticamente y mediáticamente para agitar a la opinión pública. El objetivo es el poder al precio que sea. No es nuevo esto en la historia de España, aficionada al golpismo y al pronunciamiento para que las cosas regresen cuando no les gusta al ordeno y mando de siempre de los de siempre. Con la izquierda española despachurrada, el campo les parece orégano. Vuelta a la España casposa, centralizada, caciquil y corrupta. A ese ambiente extremista y enardecido de correajes, peluquería y alzacuellos se apunta Esparza. Pero en realidad va a Madrid como un convidado de piedra residual, como un figurante en decadencia al que ni siquiera le dejan ser visible en la escena menos importante de la trama. Es cierto que lo que se escenifica hoy en Madrid es lo mismo que ha intentado escenificar -con poco éxito de público- UPN en Navarra estos casi cuatro años contra el Gobierno de Barkos manifestación tras manifestación. De hecho, los insultos a Barkos, las falsedades y la bandera o el euskera como zanahorias para agitar a las masas se parecen como gotas de agua a lo organizado hoy por el frente derechista y ultra en Madrid contra Sánchez y el PSOE. Pero, para peor, allí lo escenifica UPN dando aire, espacio, credibilidad y utilidad electoral a quienes son sus principales adversarios en las urnas. Increíble de no verlo y por eso hay malestar interno en UPN. Por no hablar del PSN, a quien hoy le retratan como el enemigo número uno de España los mismos con quienes ha compartido discurso, pancarta y manifestaciones contra Barkos, desde UPN al PP, Ciudadanos y ultraderechistas varios. En una sola entrevista, Casado insultó 21 veces al presidente Sánchez, el mismo PP de la pancarta con el PSN. Inconcebible en Europa. El tiempo, también en política, sitúa a cada uno en su sitio. Que Chivite y su núcleo duro no se den cuenta que siguen ahogándose en el mismo pozo que ha llevado al socialismo navarro a su situación política actual y que ahora, como antes, son el objetivo primero de las derechas navarras (políticas, mediáticas y fácticas), será otro paso hacia el desastre. Pensar aún que UPN y Ciudadanos son elementos asumibles para pactar en Navarra después de lo de esta semana es un síntoma más de su debilidad política y de su fragilidad ideológica. Se lo hicieron en 2007 en Navarra y ahí está su presente político. El PSN se vuelve a equivocar leyendo la realidad: Navarra es uno de los territorios que mejor va a a aguantar en las urnas esta embestida frentista de derechas y es uno de los territorios que mejor ha consolidado el reparto social de su mejora económica. Acaba de cerrar 2018 con un superávit de 116 millones y una reducción de la deuda de 187 millones siendo al mismo tiempo la comunidad con mayores índices empleo, cohesión, justicia y equidad social. UPN camina en sentido contrario y el PSN si no aclara su dirección de viaje, también. Navarra tiene altos índices de solidez económica, prestaciones públicas, trabajo, atención y protección social y de convivencia democrática. Esas son las claves. La democracia es la frontera. En Europa y también en Navarra. Y de aquí a mayo cada uno se deberá ubicar.