He tratado a Javier Esparza. Y en el ámbito personal lo tengo por un buen tipo. Como la mayoría de la gente con la que se relaciona fuera de los focos, creo. Pero políticamente no reconozco al hombre templado que como alcalde independiente quisieron reclutar el PSN y CDN. Si ya su oposición se ha caracterizado por el vocerío en lugar de por la propuesta tratándose del único contraperfil de gestión respecto a Barkos, la escenificación de ayer con Casado lo aleja definitivamente de la centralidad que le convenía en su intento por recuperar la Diputación para UPN y que además se ajustaba mejor a su carácter expresado en la esfera privada. La resultante es que esta fusión con el PP cohesiona en mayor medida al cuatripartito en torno a Barkos y obliga contra su voluntad al PSN a descartar a UPN para los acuerdos de gobierno. Cuando el regionalismo tampoco enmascarará con la entente con el PP una eventual pérdida de voto, pues haremos la cuenta de lo que sumaron por separado, y al margen del resultado en las urnas lo terminante para el porvenir político de Esparza es si alcanza la presidencia o no. Nada tiene de bicoca dirigir una sigla de gobierno que purga en la oposición y a la que por todas partes le roen su caladero electoral, pero Esparza se ha equivocado mucho y lo han confundido aún más.