las cosas son como son. También en las urnas. Los resultados han sido claros y la sociedad navarra ha castigado la gestión de los gobiernos, ayuntamientos e instituciones que lideraron desde 2015 las políticas del cambio político y social en Navarra. Creo que no ha sido un batacazo electoral justo con los avances y mejoras que ese proyecto político plural y progresista ha logrado en Navarra estos cuatro años, pero es lo que libre y democráticamente han decidido los navarros y navarras. Tiempo habrá a partir de hoy de analizar y repensar los porqués, el peso de los aciertos y de los errores. Seguramente hay varios argumentos por medio. El efecto Sánchez de hace apenas un mes que ha podido favorecer la recuperación del PSN a costa principalmente del hundimiento de Podemos, la inexplicable división de las izquierdas en estas elecciones, la eficacia que ha obtenido, en ese contexto de miles de votos progresistas perdidos, el frente derechista de Navarra Suma que se ha visto beneficiada en el reparto de escaños. Pero también hay cuestiones de fondo. Es evidente que el esfuerzo humano de Uxue Barkos como presidenta y de su Gobierno por modificar las prioridades de la inversión pública por construir una Navarra mejor no ha rentabilizado suficientemente en las urnas pese a los buenos resultados obtenidos en políticas sociales, empleo, prestaciones públicas y cohesión social. Quizá hay igualmente una sombra perniciosa en la política actual, que la mentira, el ruido, la intoxicación y la confrontación venden más que las cosas bien hechas. Y en todo caso hoy es lunes de nuevo y quedan por delante decisiones políticas interesantes por adoptar.