se subió jolgoriosamente la escalera. Elegidos quedaron, con división de opiniones, los carteles de las fiestas y de la Feria del Toro. Se colocó con precisión quirúrgica el vallado del encierro. La ciudadanía acertó escogiendo para el Chupinazo a su alma sonora, La Pamplonesa. Se presentó el romo programa oficial con su medio millar de actos y esos 1,36 millones de presupuesto que habría que optimizar, si no aumentar. Llegó la primera barraca -Los Rápidos, haciendo honor a su nombre- y tras ella las ganaderías al Gas. En los hogares se hace acopio de ropa blanca al igual que en los bares de morapio y no hay sitio el día 6 para almorzar ni comer, como casi tampoco entradas para las corridas. Y listos están los operativos de emergencias, policial y de limpieza. Ya tenemos aquí los Sanfermines, fieles a la cita con nuestros sentimientos y recuerdos mejores. Que van fluyendo conforme se acerca esa hora 12 que hace aflorar el entusiasmo, estemos dónde y cómo nos hallemos, rememorando emociones y confiando en poderlas paladear otra vez, en alguna medida y a la mínima ocasión. Sí, el rojo sanferminero empieza a corrernos de nuevo por las venas con ese caudal adolescente de savia purgante, regeneradora. Gocemos del momentico, aunque todo lo que pudo ser no fuera ni lo que sí fue vaya a repetirse exactamente igual.