trató de desvincular Pedro Sánchez su investidura de la de Navarra el pasado lunes cuando aseguró que “no había que mezclar una cosa con la otra”. La realidad, sin embargo, pone al descubierto que nos encontramos ante dos procesos seguramente más interconectados de lo que sería deseable, sobre todo por el riesgo histórico que entraña bailar aquí al son que marca Madrid. Y el ritmo lo imponen desde la capital. Prueba de ello es que el PSN decidió suspender el jueves, sin previo aviso, la reunión que había convocado con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra para empezar a dar forma a la estructura del Gobierno foral que quiere presidir Chivite. Es cierto que tenía más sentido intercambiar documentación sobre las preferencias de cada uno que mantener dicha reunión, pero entramos ya en el quinto día de parón negociador. Un paréntesis decidido por el PSN entre quienes tienen acordado, desde el 5 de julio, el pacto programático para la próxima legislatura, que responde exclusivamente al debate de investidura abierto ayer en Madrid. Y parece evidente que si de este pleno Sánchez sale elegido presidente, la configuración del Ejecutivo foral irá rodada, pero en caso contrario puede pasar cualquier cosa.