la última de Díaz Ayuso, conocida por sus sandeces como presidenta madrileña, fue farfullar que mucho político ha hecho el paleto recreando identidades ficticias como en Navarra. Además de que sobran las ganas de ofender en el PP, lo primero que le falta a esa señora es vista por no reconocer en esta tierra una identidad obvia, por su autogobierno y su diversidad. Pero como tantos en la derecha patria, doña Isabel carece aún más de cultura, al no sonarle de nada la Ley Paccionada de 1841 que instauró la Diputación Foral como sujeto económico-administrativo ni la Ley del Amejoramiento que en 1982 consagró constitucionalmente los derechos históricos de Navarra y en particular la relación bilateral con el Estado. Constatada la ignorancia supina de la regidora de una autonomía esta sí inventada como base del centralismo centrípeto, queda también acreditado el marchamo jacobino o directamente antiforalista de los socios de UPN, a los que este regionalismo venido a casi nada les ha brindado representación parlamentaria por un puñado de votos bajo el cobijo electoralista de Navarra Suma. Al precio de restar jirones de su foralismo original y al coste de que te insulten sin que puedas contestar con la contundencia debida que nadie mejor que Díaz Ayuso como ejemplo de analfabeta más que paleta.